Saltos mortales

"Trump está jugando con la economía más de lo que debe. Puede estallarnos en la cara con desempleo, hambre y muertes. Ya pasó, puede volver a pasar”.   

Fecha de publicación: 05/04/2025 11:08 pm
Actualización 06/04/2025 – 12:05

Los gorriones eran una plaga en China. Mao hizo cuentas rápidas: “Si los matamos, produciremos más y tendremos más para comer”. Y, tan de él, ordenó exterminarlos. Cada pueblo debía salir a los campos para hacer bulla con ollas y sartenes para que revolotearan de susto hasta morir de agotamiento; también destruían sus nidos y los mataban con veneno. Casi desaparecieron y, sin gorriones que los depredaran, prosperaron los insectos. Llegaron plagas nuevas que destruyeron los campos. La gente tuvo muchísimo menos que comer, fue la gran hambruna entre 1958 y 1960. Se estima que murieron 45 millones. Antes hubo otra hambruna en Irlanda, entre 1845 y 1849, por una plaga de hongos que afectó a los cultivos de papa. En esa época, la mayor producción era el trigo en haciendas de la aristocracia inglesa, que se exportaba, mientras que los irlandeses se alimentaban solo con cultivos en huertos caseros. Durante la crisis, el Gobierno no acudió en su auxilio, bajo el paradigma de que el mercado se autorregularía solo. Mientras eso ocurría, Irlanda perdió el 25% de su población, la mitad de ellos murió de hambre y la otra mitad emigró. Años después, Irlanda se independizaría del Reino Unido. En los Estados Unidos (EE.UU.) pasó algo parecido en 2008. Algunos banqueros, deslumbrados por lo que ganaban por revender hipotecas, empezaron a crearlas de la nada, concediendo préstamos al aire sin evaluar si se podían cobrar. Sin control ni responsabilidad, disfrazaron balances, ocultaron los riesgos, hasta que reventó la burbuja. Fue la quiebra de Lehman Brothers y otros bancos. Millones de personas perdieron sus pensiones, sus empleos y sus casas. Murió la esperanza.    

Con la economía no se juega. Le pasa como a los ríos torrentosos: te matan si haces mucho o poco, solo puedes intervenir razonablemente. Por ejemplo: si los desvías para aprovechar tierras, regresan a su cauce y destruyen lo ganado; si no haces defensas ribereñas, se desbordan e inundan; en cambio, si los represas con prudencia, almacenas agua y la aprovechas para consumo y agricultura. Trump está interviniendo agresivamente la economía, disparando aranceles a todo el mundo, violando el paradigma del libre comercio y los tratados firmados. En teoría, pretende que en los EE.UU. los productos importados cuesten más para que la gente prefiera los productos locales, las empresas locales vendan más y haya más trabajo. Pero no será así: los productos locales tienen un componente importado y costarán más y los productos importados de países con aranceles bajos sustituirán a los de los países con aranceles altos. Desatando la guerra comercial, los países afectados evalúan venganzas: imponer aranceles a EE.UU. y fortalecer alianzas entre bloques regionales para venderse más entre ellos y comprar menos a EE.UU. En cualquier escenario, las empresas americanas venderán menos y, en el horizonte de EE.UU., se dibuja incremento de precios (inflación) y pérdida de empleo (recesión).  

Trump lo sabe, es extravagante, pero inteligente. ¿Por qué lo hace? Recordemos que en su primer gobierno ya puso aranceles a China. Biden los aumentó. Ahora, Trump los universaliza. Eso es una política de Estado mantenida por demócratas y republicanos. Sin embargo, ¿qué vale tanto que están dispuestos a pagar con inflación y recesión? Algunos sostienen que es solo una bravuconada para negociar ventajas no necesariamente comerciales, como la deportación de inmigrantes. Los más sofisticados creen que es adrede para generar incertidumbre, tanta que las bolsas de valores, tan sensibles a eso, abrieron a la baja con caída en las expectativas en todos los activos, incluyendo el dólar americano. Sostienen que un dólar barato incrementa su demanda y eso reduce las tasas de interés, clave para que los EE.UU. refinancien su enorme deuda pública a tasas más bajas. De paso, un dólar barato hace que las importaciones a EE.UU. sean más caras y las exportaciones desde EE.UU. sean más baratas, para arreglar su desbalance comercial sin tanto lío por aranceles. Si no es eso, serán otras cosas; pero, sean las que sean, Trump está jugando con la economía más de lo que debe. Puede estallarnos en la cara con desempleo, hambre y muertes. Ya pasó, puede volver a pasar.   

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