(Foto: PCM)
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Cuando Pedro Cateriano se presente en el hemiciclo este lunes, tendrá toda la atención de los congresistas y la ciudadanía informada, pero es en particular el empresariado el que estará tomando nota de cada punto expuesto, de cada estrategia formulada, pues la misión del primer ministro será aterrizar, con la mayor solvencia posible, los planes y proyectos que el presidente Martín Vizcarra aeróbicamente ofreció durante su discurso de Fiestas Patrias.

Las interrogantes centrales gravitan, qué duda cabe, alrededor de taras endémicas –que hoy cobran dramática gravedad– como las barreras burocráticas que empantanan y hasta llegan a bloquear la inversión pública o privada, pero lo que concita mayor expectativa es si tendremos un conjunto de planteamientos orgánicos, verosímiles, para cubrir los forados que la lucha contra el COVID-19 ha dejado en la economía nacional, desde el desempleo masivo hasta las flagrantes carencias de nuestro sistema de salud (¿qué significan, en la práctica, esos 20,000 millones que se invertirán en el sector y cómo es que el seguro integral anunciado mejorará el existente?), pasando desde luego por el todavía ignoto plan para impulsar la recuperación de motores estratégicos en el ingreso de divisas como el turismo o la minería.

La industria textil y de confecciones es otro rubro crítico que precisa respuestas, considerando su importancia en el comercio y la generación de empleo, tanto en lo que se refiere a grandes empresas como a mypes y pymes, que hoy apenas superan la línea de flotación con el agua al cuello. Sin olvidar la reforma de instituciones como Proinversión, que hace mucho debió sincerar funciones y competencias para poder aportar decisivamente en los procesos de inversión intermediados por el Estado.

Se espera entonces que la agenda del premier responda a las demandas de la hora actual con ideas concretas y planteamientos viables para revitalizar nuestro desfalleciente aparato productivo: ese y no otro es el liderazgo que permitirá superar el difícil trance que hoy se vive en el Perú.