"Jaime Saavedra nos demostró que con un poco de voluntad política, talento joven y esperanza, podemos hacer grandes cosas".
"Jaime Saavedra nos demostró que con un poco de voluntad política, talento joven y esperanza, podemos hacer grandes cosas".

En una fantástica entrevista que brindó Jaime Saavedra al grupo de consultoría McKinsey, nuestro ex ministro de educación reveló los pormenores de la tortuosa odisea que lideró hacia la reforma de educación durante su tenencia en el MINEDU.

Lo más revelador de la nota fue el proceso de planificación que trazó junto a un grupo de jóvenes brillantes, detalles que, aunque puedan parecer nimios y marginales, revelan a un estadista con visión y a un verídico hombre de Estado.

Esta semana además se publicaron los resultados PISA, parte de un informe que elabora la OCDE para plasmar los avances en educación a nivel mundial y donde el Perú ha sido uno de los siete países que han demostrado mejoras en todos los rubros. Un avance merecedor de aplausos, ya que hace tan solo seis años éramos los últimos de la lista.

Para esta crónica de reforma anunciada, allá por el 2013, Saavedra aceptó el cargo bajo dos condiciones: una era que Humala le concediera plena autonomía para refundar la cúpula de administración del MINEDU con gente de su confianza y la segunda que el MEF garantizara un incremento presupuestario a la partida de educación.

La reforma se focalizó en cuatro aristas principales: maestros, aprendizaje, infraestructura y administración. Los esfuerzos en el eje de aprendizaje se concentraron en simplificar el curriculum y establecer el turno de horario completo en la educación secundaria. En lo referido a infraestructura se buscó que los servicios básicos funcionaran y en cuanto a la administración, se seleccionó a los mejores directores para sobrellevar la logística de los centros educativos.

Por supuesto, lo más difícil recaía sobre cómo reformar el trato que tenía el MINEDU para con los maestros. Como bien lo dice en la entrevista Saavedra, muchos profesores y en especial los sindicatos, lo miraban con desconfianza por venir del Banco Mundial y ser según algunos elementos un “imperialista”. La solución fue la de rediseñar la fórmula salarial.

Después de extensos debates, el MEF aceptó incrementar los salarios porque Saavedra prometió que todo aumento salarial se basaría en un eje central: la meritocracia. Fue así como durante un día y a nivel nacional, 200,000 profesores y directores públicos arrastraron su humanidad a las aulas y tomaron un examen de conocimientos que determinaron su escala salarial.

Saavedra confiesa que no fueron pocos los congresistas de la época que se le acercaron con listas de profesores de sus regiones que él tenía que asegurar que aprobaran. El Ministerio de Educación se aseguró de elaborar el proceso lo más transparente posible para evitar filtraciones de contenido y para impedir cualquier tipo de manipulación, lo que garantizó que, por ejemplo, aquellas demandas de algunos congresistas fueran imposibles de cumplir.

Su mandato también se caracterizó por “rejuvenecer” el ministerio. Según cuenta, jaló a talentos jóvenes del sector público y a especialistas del MEF, además de a un buen número de economistas e ingenieros, rescindiendo de profesionales del sector privado porque quería a gente que conociera los tejes y manejes del sector público.

Con el tiempo vinieron los resultados. Parece ser que este último informe PISA confirma que algún rédito estamos sacando de esta reforma, y por más tímido que este ascenso pueda ser, lo cierto es que ya no somos los últimos de la lista y que si sabemos capitalizar este ímpetu podemos seguir avanzando.

Jaime Saavedra nos demostró que con un poco de voluntad política, talento joven y esperanza, podemos hacer grandes cosas y con el tiempo llegar (ojalá) a ofrecer las mismas oportunidades para todos los peruanos sin importar de dónde vengan.