El 38% de la de la población de Lima se moviliza en transporte público. (Perú21)
El 38% de la de la población de Lima se moviliza en transporte público. (Perú21)

El último jueves, el Congreso de la República dio un paso importante en la ruta hacia la reforma del transporte al aprobar, por mayoría, el proyecto de ley que crea la Autoridad de Transporte Urbano para Lima y Callao (ATU). La entidad permitirá que Lima, la urbe que alberga a más de 8 millones y medio de habitantes –según el último censo del INEI de 2017–, cuente, por fin, con un sistema integral que unificará rutas, infraestructura y tarifas según las necesidades de la población y no más en función al capricho de las autoridades o los gremios de transportistas.

La iniciativa ha sido aprobada en primera votación y la próxima semana podría, tras una segunda consulta al Pleno, quedar expedita para su promulgación, lo que permitiría que, a más tardar, dentro de unos tres meses, la ATU empiece a trabajar autónomamente en la regulación del transporte urbano de Lima y Callao con un plan maestro que, ya en ejecución, le ponga fin al caos en el que se ha convertido transitar por Lima.

Pero no solo se trata de reordenar las rutas, implementar semáforos inteligentes, otorgar concesiones o priorizar obras viales. El desesperante tráfico capitalino, que nos demanda a los residentes de Lima entre dos y tres horas diarias para desplazarnos de un punto a otro, lo provocan también las obras que empresas de telefonía fija y móvil, electricidad, agua o gas realizan en las calles a diestra y siniestra, sin coordinar entre sí, muchas veces sin autorización y en horas punta.

A eso se suman las grúas, mezcladoras de cemento, etc., utilizadas para la construcción de edificios y que, instaladas en plena vía pública, crean cuellos de botella y convierten nuestras calles y avenidas en lugares intransitables ante la indiferencia de esas autoridades ediles que antes, como hoy en campaña, prometieron el oro y el moro para lograr el voto popular.

Y como si todo esto no fuera suficiente, Lima y Callao se ven obligados también a soportar el desfile interminable de camiones de carga que indiscriminadamente y sin ningún criterio invaden las diferentes vías de acceso a la ciudad. Todo esto es lo que la autoridad autónoma de transporte urbano para Lima y el Callao tendrá que estudiar y corregir para convertir a nuestra capital en una urbe moderna como otras grandes ciudades de la región. La tarea no será fácil, pero tampoco es imposible. Solo hay que ponerse a trabajar.

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