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Se calcula que en Estados Unidos llegar a la cima de la jerarquía organizacional, en otras palabras, ser gerente general, toma, en promedio, 24 años. ¿Hay características comunes en aquellos que la hacen más rápido?, ¿será que en la escuela fueron los mejores alumnos, en el pregrado estuvieron en el décimo superior y que pasaron por una de esas escuelas de negocios que ofrecen los más prestigiosos diplomas en administración de negocios?

¡Sorpresa! Los caminos no son uniformemente ascendentes ni líneas rectas: hay retrocesos, hay atajos, hay papeles de extra luego de haber sido actor de reparto o desempeñarse como teniente luego de haber cumplido el papel de comandante, hay estadías en organizaciones más pequeñas o menos prestigiosas que la inmediatamente anterior.

Lo importante es que en todos los hitos construyeron algo, aprendieron algo y, relativamente temprano, hicieron alguna movida que significaba aceptar un reto para el cual no estaban formalmente preparados, pero que les permitió conocer desde dentro realidades complejas e importantes. En otras palabras, se trata de personas que aprovecharon algo que no estaban buscando.

También tienen en común haber estado en algún momento en el sitio incorrecto, por ejemplo, un área de bajo desempeño, un servicio que no tenía demanda, un equipo disfuncional. Y haber hecho algo positivo con el desbarajuste. Aceptar aquello de lo que otros corren es otra de esas situaciones en las que uno encuentra su buena suerte, algo que caracteriza a los futuros mandamases.

Más allá de las habilidades naturales y los estudios en paraísos académicos, pues, el camino al éxito también depende de una mezcla de humildad y osadía.

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