Nuevos aires llegaron al Jurado Nacional de Elecciones tras la salida de Jorge Luis Salas Arenas. El nuevo titular del organismo electoral, el vocal supremo Roberto Burneo, tendrá una tarea sumamente desafiante, tendrá que organizar las elecciones generales de 2026, las que serán igual o más complicadas que las de 2021. En esos comicios, en los que participarán al menos 37 partidos, se deberá elegir presidente, diputados, senadores y parlamentarios andinos.
Burneo tendrá, pues que garantizar que el JNE actúe neutral e impecablemente, libre de sospechas de manipulación ideológica, como lamentablemente ocurrió bajo el periodo de Salas Arenas. Esa gestión estuvo marcada por la polémica ante las exclusiones injustificadas de listas congresales. Pero lo peor fue la inscripción del partido A.N.T.A.U.R.O., cuyo cabecilla promete fusilamientos, declaraciones de guerra, “secuestrar” al rey de España y sobre todo, no respetar la Constitución. Por otra parte, la cuenta oficial del JNE en X era utilizada para compartir entrevistas de terceros, en las que se manifestaba una clara línea ideológica, una actitud que dañó la credibilidad del sistema electoral y contribuyó en la polarización que enfrenta a nuestra patria.
Ante ello, el primer objetivo de Burneo debe ser restituir el prestigio de tan importante organismo. Para ello, resulta fundamental que el flamante presidente sea prudente con sus comentarios. Esa institución debe revisar la forma como comunica y usa sus redes oficiales, porque si bien el JNE es un organismo del sistema político, no es una entidad política, por lo que su titular no puede entrar en dimes y diretes con políticos ni con otras instituciones.
Asimismo, 2025 será un año crucial en el calendario electoral. Se convocará a elecciones, se inscribirán alianzas y los casi 40 partidos inscritos llevarán a cabo sus elecciones internas en diferentes modalidades para escoger a sus respectivos candidatos. No hay que olvidar que en 2026 también se llevarán a cabo las elecciones regionales y municipales, las cuales se realizarán solo seis meses después de los comicios generales y cuatro después de la segunda vuelta presidencial.
Se requiere entonces un organismo electoral sólido con la capacidad de respetar pulcramente las normas electorales, en medio de una alta polarización y crisis institucional. Una entidad que sepa lidiar con las disputas que probablemente surgirán ante las decenas de candidatos que busquen bloquearse entre sí mismos. Suerte, doctor Burneo.