Ayer se tuvo la lamentable noticia del fallecimiento de la enfermera de Essalud de Juliaca, quien fue brutalmente ultrajada por sus colegas de trabajo, que la sometieron a actos aberrantes de violación sexual y crueldad extrema, que son indescriptibles por todo el dolor que le han infringido y que nos interpela como sociedad.

Y ahí no termina la indignación, porque al principio, a pesar de la situación grave de salud en la que se encontraba la enfermera –madre de tres menores–, el médico legista reportó como “lesiones leves” y le concedió solo 15 días de descanso médico a sabiendas que se encontraba en UCI y que había sido evacuada al hospital Rebagliati de Lima.

Los criminales están detenidos; se espera que la justicia actúe de manera sumaria, porque aquí no hay perdón ni clemencia para semejante acto aberrante de crueldad extrema. En realidad, tengo sentimientos encontrados y debo confesar que tengo ganas de hacer justicia con mis propias manos, por el dolor que habrá sufrido esta pobre mujer y la orfandad en la que ha dejado a niños menores.

No debería haber contemplaciones con estos asesinos. Aquí también se incluye al otro criminal, Sergio Tarache, de nacionalidad venezolana, que prendió fuego con gasolina a su pareja con total impunidad, y ahora fue capturado ya en Colombia en plena fuga de la justicia, porque ya se tenía una requisitoria y tenía precio su cabeza.

Recuerden el otro execrable crimen de una niña de 11 años, que fue también salvajemente violada y después le incrustaron dos clavos en la cabeza con ensañamiento y alevosía. No puede haber impunidad con estos criminales, la sentencia condenatoria tiene que ser con la máxima pena.

Por estos casos de violencia contra las mujeres y las niñas, me retumba en mis oídos la expresión de “Perú, país de violadores”, por el alto índice de casos de violación, pero también por la anomia de un Estado, que es un paquidermo para responder con eficiencia en esta circunstancia y sobre todo hacer justicia.

Tenemos una gran tarea sociedad para hacer frente a estos casos execrables de misoginia y generar conciencia social en las nuevas generaciones, con educación inclusiva y enfoque de género.