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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

A siete meses del inicio de la campaña electoral por la presidencia de la República, ya se han lanzado cuatro candidatos que –aparentemente— aspiran a ceñirse la banda de la jefatura de Estado, el 28 de julio del 2016. En lista están Julio Guzmán, de Todos Por el Perú; Humberto Lay, de Restauración Nacional; Ántero Flores-Aráoz, de Orden; y Pedro Pablo Kuc-zynski, de Peruanos Por el Kambio. Muchos se preguntan cuál es el sentido de un lanzamiento tan prematuro, en un país políticamente tan volátil donde por lo menos uno de los que pasa a segunda vuelta se define la semana previa al día de las elecciones.

Desde el análisis político, podemos afirmar que de los cuatro lanzamientos mencionados, tres están en la línea de obtener beneficios políticos claros –de ir aparejados a una buena campaña– y, por el contrario, solo uno de cosechar más pasivos que activos.

De los sietemesinos que no tienen nada que perder y, por lo tanto, mucho que ganar están aquellos que, teniendo ya un partido político inscrito, son ajenos a cualquier expectativa de triunfo electoral por parte de la opinión pública. En efecto, nadie espera que Julio Guzmán, Humberto Lay o Ántero Flores-Aráoz ganen la presidencia del Perú. La principal razón para que ello no ocurra es que carecen de la exposición pública necesaria para ser identificados y asumidos por el electorado como potenciales ganadores de una contienda presidencial.

A Julio Guzmán no lo conoce nadie –electoralmente hablando– a pesar de un efímero road show que pretendió ponerlo en las marquesinas, de donde desapareció tan rápido como quiso hacer titilar su candidatura. Sea como fuere, ahí está y queda por ver si su estreno fue flor de un día o si la película tiene para un tiempo más. Pero el hecho de que el electorado lo vaya conociendo nunca será un mal negocio político para un desconocido. Tiene sentido entonces que, a pesar de haber empezado con mal pie, la candidatura de Guzmán haya nacido siete meses antes de lo previsto.

Algo similar sucede con Humberto Lay y Ántero Flores-Aráoz. Pero sus casos son distintos al de Guzmán en lo que se refiere a reputación política. Lay se postula por tercera vez a la presidencia –amén de una candidatura a la Alcaldía de Lima–, todas fallidas, por cierto. Hoy es congresista de la República. La gente lo ubica, mal que bien, pero no lo suficiente como para que su nombre tenga la fuerza necesaria de una posibilidad seria. Ántero Flores-Aráoz tiene toda una carrera política a sus espaldas y un prestigio bien ganado con responsabilidades de Estado incluidas pero, al igual que Lay, su círculo de exposición es muy estrecho. A ambos "candidatos" les conviene entonces ser sietemesinos, mas no porque tengan en sus miras ganar la elección, sino para acumular todas las fuerzas posibles en las encuestas y así negociar un buen sitio en alguna de las fórmulas presidenciales cuyas expectativas están fuera de toda duda. ¿O alguien cree que Lay o Ántero quieren dejar desaparecer sus partidos del padrón electoral?

La excepción es PPK. Su anticipado lanzamiento presidencial es un disparate, por la sencilla razón de que él sí cuenta hoy con la expectativa de un importante sector del electorado que lo ha posicionado en segundo lugar de intención de voto en las encuestas. Ya en el 2011 había quedado a un par de puntos de pasar a la segunda vuelta con 18% y fue la gran sorpresa de esa elección. Así pues PPK –a diferencia de Guzmán, Lay y Flores-Aráoz– no necesita acumular exposición pública porque ya es hoy un presidenciable en toda regla. Por el contrario, haber nacido siete meses antes de lo previsto lo perjudica en la medida que permitirá a sus enemigos poner los reflectores en sus defectos y a la opinión pública tener el suficiente tiempo de internalizarlos y, lo que es aún peor, que para enero que empiezan los estrenos él ya sea un espectáculo aburrido.

Por lo pronto las balas se las ha disparado su propio jefe de campaña, Gilbert Violeta, quien ha puesto en agenda de forma macabra los 76 años de PPK, relevando las expectativas de las vicepresidencias (¿Beatriz Merino? ¿Meche Aráoz?) en desmedro de la de su candidato presidencial. ¡Si así empieza su campaña, se imaginan cómo terminará!

Lo cierto es entonces que hay sietemesinos que madrugan para ver la luz del día, mientras que otros nacen para quizá no verla jamás.