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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Un señor de profesión mesero compara su nivel de vida con el de uno de sus comensales que es gerente de un banco. Repasa mentalmente la letanía: él maneja un Audi nuevecito y yo un Toyota de 20 años; vive en una casa en Miraflores y yo en un depa en Los Olivos; sus hijos van al Markham y los míos a la escuela pública de la esquina; pasa sus vacaciones en Europa y yo en mi pueblo de Ayacucho; trabaja cinco días por semana y yo seis, etc.

Un buen día nuestro mesero da el salto: con la ayuda de familiares pone un chifa. A medida que engorda su bolsillo, dos preguntas revolotean su mente: ¿iré cerrando las brechas que me separan del gerente de banco?, ¿cuál es la mejor estrategia para intentarlo? Si con sus mayores ingresos decide priorizar la ampliación del negocio o la mejora en la educación de sus hijos, puede ser que tenga algún éxito con las brechas. Si, por el contrario, decide dedicar sus excedentes a renovaciones sucesivas de su automóvil –carros nuevos y mejores marcas– o a vacaciones caras, conseguirá poco.

La moraleja es que primero hay que poner énfasis en las brechas más productivas; se mejorará en lo suntuoso a medida que se avance en lo productivo. Hay que establecer, por tanto, un orden de prioridad en el cierre de las brechas y dicho orden lo tiene que determinar la rentabilidad económico-social de cada proyecto. No es suficiente con que un proyecto cierre brechas, es necesario seleccionar, entre los muchos proyectos alternativos que cierran brechas, aquellos que tienen mayor rentabilidad.

Esta es la razón por la que no me convence el reemplazo del Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP) por Invierte-Perú que ha anunciado el gobierno. Con el SNIP, las inversiones para cerrar brechas tenían que cumplir con un umbral de rentabilidad; con Invierte-Perú cualquier proyecto que cierre brechas se cuela.

Prueba de que el SNIP era un filtro efectivo para tumbar malas inversiones es que para que pasaran los despilfarros de las interoceánicas Norte y Sur –las de las coimas de los US$20 millones– se tuvo que dispensar por ley del cumplimiento con el SNIP.

Seguro que hay barreras burocráticas y trabas innecesarias que tienen que ser eliminadas, pero la prueba de rentabilidad que exigía el SNIP no es una de ellas. El gobierno debió optar por agilizar el SNIP; eliminarlo es un retroceso.