El examen para la Junta Nacional de Justicia (JNJ) estuvo compuesto por 50 preguntas que fueron elaboradas con diferente grado de dificultad. (Foto: GEC)
El examen para la Junta Nacional de Justicia (JNJ) estuvo compuesto por 50 preguntas que fueron elaboradas con diferente grado de dificultad. (Foto: GEC)

Casi en la misma semana que una nueva generación de hombres de leyes en el Ministerio Público y el Poder Judicial (PJ) daba otra prueba de su riguroso profesionalismo e independencia política, otras noticias, más bien críticas, llegan para poner en duda, una vez más, la calidad de un sector de los abogados peruanos.

El hecho, rabiosamente ridículo, de que solo tres, de 104 postulantes, hayan aprobado el examen de conocimientos que era parte del concurso público para definir los miembros de la Junta Nacional de Justicia (JNJ) que reemplazará al desprestigiado Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), no hace sino devolver a la ciudadanía a la triste realidad de su sistema de administración de justicia. ¿Quiere decir esto que, a la luz de resultados como los que ayer se difundieron, toda reforma del PJ está condenada al fracaso? Porque, sin un mínimo de profesionales idóneos, ¿cómo es que se podría emprender la tan necesaria –qué va: urgente– “reingeniería” del aparato judicial del país?

Son preguntas que no nos vamos a apresurar en responder, pues, como muchos peruanos, preferimos pensar que un sistema tan dañado por la corrupción todavía se puede regenerar, no con la idea de volver a activar la maquinaria dispuesta –y “aceitada”– para favorecer poderosos intereses ilícitos, como solía ser, sino en beneficio del país y su democracia. Pero para formular una nueva estrategia al respecto, habrá que hilar fino y tener en cuenta la chocante realidad expresada en este fallido examen.

Mientras tanto, la interrogante que sí es imperativo despejar cuanto antes es si este retraso en la instalación de la JNJ significa que la mafia de Los Cuellos Blancos, enquistada todavía en diversos ámbitos del Poder Judicial, seguirá campeando a sus anchas en los tribunales locales. Que existan procesos en marcha contra cabecillas, personajes notorios y adláteres no quiere decir que sus delictivas actividades han cesado. Y tampoco parece probable que la desactivación del CNM los haya detenido: hasta donde llegaron las investigaciones, había demasiado dinero en juego como para que esta organización criminal se sintiera intimidada y decidiera replegarse.