A pocos días del reinicio oficial de las clases presenciales en todos los centros educativos, el gobierno se apura en exigir que los aforos sean al 100% y dicta protocolos de bioseguridad a última hora para el control de los contagios. ¿Pero qué dice y qué se hace sobre las condiciones de infraestructura y servicios de los planteles a los que irán los chicos?

Muy poco. Cero planteamientos de recuperación de clases, cero indicios de posibles avances o inversiones para mejorar las condiciones de los colegios públicos.

El gobierno de Pedro Castillo lo ha dejado todo en manos de las administraciones regionales y sus respectivas Unidades de Gestión Educativa (UGEL) y, por supuesto, a lo que los padres de familia buenamente puedan hacer con su esfuerzo.

Según reveló hace poco el exministro de Educación Daniel Alfaro, el 24% de los 55 mil colegios públicos de todo el país requiere, de manera urgente, reparaciones totales o parciales. El escaso interés del gobierno en atender estas carencias básicas para desarrollar una labor educativa eficiente y mínimamente segura se refleja en la inversión realizada. De acuerdo con Alfaro, la brecha en infraestructura educativa es de 100 mil millones de soles y el Ejecutivo destinó este año solo 3,500 millones.

¿Se pudo hacer algo más? Claro que sí, pero a Castillo no le importaron los escolares y, por ejemplo, puso en el Minedu a un ministro que se dedicó a atender viejas, consuetudinarias reivindicaciones sindicales, perdiendo tiempo valioso en la planificación del retorno a las aulas –tema prioritario para cualquier educador– tras dos largos años sin clases presenciales debido a la pandemia.

Los resultados de tamaña desatención los tenemos hoy a la vista: un vasto contingente escolar que, en 18 regiones del país, volverá a los salones de clase en condiciones críticas. Niños y adolescentes cuyos padres verán partir a sus colegios con la incertidumbre de ignorar si estarán resguardados de contagios o si sus aprendizajes se retomarán adecuadamente.

Si consideramos que la Presidencia de la República la ocupa un maestro, el absurdo, evitable drama que comenzará el lunes próximo constituye una auténtica vergüenza nacional.