"Ha hecho bien Ana Cecilia Gervasi, actual ministra de Relaciones Exteriores, al llamar a consulta a nuestros embajadores en los países metiches". (Foto: Andina)
"Ha hecho bien Ana Cecilia Gervasi, actual ministra de Relaciones Exteriores, al llamar a consulta a nuestros embajadores en los países metiches". (Foto: Andina)

A diferencia de los desubicados gobiernos de Colombia, , Argentina y Bolivia que se siguen inmiscuyendo en los asuntos internos de nuestro país, representantes diplomáticos de EE.UU. y de los principales países de Europa han reconocido, sin ambages, a como presidenta del Perú.

Ha hecho bien Ana Cecilia Gervasi, actual ministra de Relaciones Exteriores, al llamar a consulta a nuestros embajadores en los países metiches. Un gesto de protesta y disconformidad que, como ha dicho la canciller, “no se condice con el respeto mutuo que debe primar en las relaciones de los países y con nuestros tradicionales lazos de amistad con ellos”.

Los mandatarios de dichos gobiernos, con el mexicano Andrés López Obrador a la cabeza, llevados por una suerte de espíritu de cuerpo, fieles a su raigambre izquierdista, se empecinan en ignorar que lo ocurrido con Castillo ha sido en estricto apego al mecanismo de sucesión legal que prevé la Constitución del Perú. Una actitud, la de esos presidentes, asumida sin molestarse en examinar o siquiera tener en cuenta la trama de corrupción que rodeó al frustrado golpista desde su ascenso al poder.

Una total falta de respeto a nuestra soberanía que los ha dejado por las patas de los caballos, luego del reconocimiento casi unánime que el nuevo gobierno ha recibido de la comunidad internacional. Porque una cosa es solicitar que se respeten los derechos humanos del nuevo interno de la DIROES, y una muy distinta es faltarle el respeto al pueblo peruano saltándose lo que manda su Carta Magna.

La injerencia, inaceptable desde cualquier punto de vista, busca, desde luego, aumentar la inestabilidad política y el desorden social que actualmente vive el país, que en modo alguno –como pretenden esos desubicados mandatarios– se circunscribe a una protesta social en defensa de Pedro Castillo.

El respaldo internacional recibido por la democracia peruana ante la intromisión de este cuarteto de líderes de izquierda se explica en la limpidez del procedimiento que determinó la detención del golpista.

Un personaje que suma ahora ese delito –intento de quebrar el orden democrático– a aquellos por los que ya se le investigaba, y que se siguen acumulando aún hasta el día de hoy, que la fiscalía se ha visto obligada a abrirle un nuevo expediente por hechos de corrupción.