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Redacción PERÚ21

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Santiago Pedraglio,Opina.21spedraglio@peru21.com

La falta de sintonía de la "clase política" –que en su gran mayoría se refugia en Lima aun proviniendo de otras regiones– y del Ejecutivo con los gobiernos regionales sigue siendo un hecho poco advertido y que no preocupa ni interesa a quienes se manejan desde las alturas.

La solución que parece rondar –y esto no es nuevo– por el Ministerio de Economía y Finanzas y el Ejecutivo es reducir la importancia política de los gobiernos regionales y locales. Esto, probablemente siguiendo la equivocada hipótesis de que entregarles más poder y recursos alienta el riesgo de que los movimientos antiinversión crezcan y los recursos públicos se malgasten. Esta mirada "acongada" del país no toma en cuenta las funciones decisivas que han tenido y tienen, por ejemplo, los gobiernos regionales de Moquegua y Tacna para enrumbar proyectos mineros de gran calibre como Quellaveco.

El encargo al Congreso de parte del presidente Ollanta Humala en su mensaje del 28 de julio –que dicte normas que mejoren el proceso de descentralización– es una señal preocupante y poco clara, porque el responsable legal de este proceso es, justamente, el Ejecutivo; y si algo falta es, precisamente, coordinación del gobierno central con los gobiernos regionales y locales. Los únicos sectores que se han preocupado por establecer las comisiones intergubernamentales son Educación y Salud. Más aún, el Plan de Descentralización 2012-2016, propuesto a fines del 2012 por la Secretaría de Descentralización, que depende de la PCM, no se ha terminado de aprobar, entre otras razones porque el MEF no quiere ni oír hablar de descentralización fiscal.

Este escenario podría alentar una innecesaria confrontación entre los gobiernos regionales y el central, en particular con el MEF.