Funeral de Alan García
Funeral de Alan García

¿Maradona o Messi? Hernán Casciari, simulando ser mujer, retuiteó en su blog cuando había riesgo de que Maradona muriera en 2004: “¿Sabes por qué rezo? Porque hubo momentos en los que no tuvimos nada, pero nada, arriba de la mesa. Gracias a Dios nos cayó un mundial que ganaste de punta a punta. Para mí fue un invierno horrible. Pero si hoy le pregunto a mi marido o a mi hijo qué se acuerdan de ese invierno, ellos te nombrarán, sonríen. No tienen la menor idea de que pasaron hambre”.

En ese mismo mundial, Maradona metió dos goles a Inglaterra: uno el mejor de la historia y el otro con la mano, la de Dios. Revancha por la derrota en la guerra de Las Malvinas. Messi es mejor si de fútbol se trata. Pero no alivia sufrimientos ni heridas. Maradona sí. Por eso los argentinos le perdonan sus debilidades y le quieren.

Muerto Alan García, ¿por qué tantas gentes hicieron horas de cola para pasar unos segundos por su ataúd? ¿Por qué vinieron de todos los rincones del país para despedirlo entre banderas? Porque sus discursos no fueron oratoria pura, porque interpretó al peruano común, lo reivindicó frente a los poderosos.

A Estados Unidos, que denunciaba el incremento del narcotráfico en el Perú, le respondió en la ONU que ellos no hacían nada por los drogadictos en parques y estaciones de tren. Al FMI, que presionaba por el pago de la deuda externa, le respondió en la FAO que primero se come, luego se paga. No estuve de acuerdo. Pero cómo extraño ese coraje en nuestros últimos presidentes. Su muerte también pregunta: ¿qué está pasando en la lucha contra la corrupción? Luis Bedoya lo resumió de este modo: en el Perú no se juzga, se humilla. Bullying de jueces y fiscales contra políticos preseleccionados, porque más que buscar la verdad el afán es denigrar.
Si no es cierto, lo parece: la prensa estaba esperando que llegaran los fiscales. El interés era detener a Alan García en directo y a nivel nacional.

Ahora se sabe, esa fue la razón del suicidio. No quería sufrir vejámenes. Animal político, hasta su muerte parece programada. Nos ha hecho ver que los peruanos postergados no recuerden que les falló, sino que les dio ilusiones que hoy parece nadie da. Por eso le lloran. A la política le falta eso, conectar con el pueblo. A la lucha anticorrupción le reclama que falta compasión, porque la justicia reconoce dignidad, sea quien fuese el reo, y en eso se diferencia de la venganza. Sobre los odios, ojalá que prevalezca la conciliación. Requiem y condolencias, desde el corazón.

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