La República está calata. (CesarCampos/Peru21)
La República está calata. (CesarCampos/Peru21)

En tres años, el Perú cumplirá dos siglos desde su nacimiento como una república independiente. Y vamos a llegar calatos a ese aniversario, en el sentido más literal. Esta crisis circense de la que hemos sido testigos los peruanos desde hace algunas semanas ha hecho evidente la fragilidad que sostiene a nuestro sistema y lo cerca que andamos del abismo. Quizá los peruanos hemos normalizado tanto el riesgo que siempre está allí de desbarrancarnos que ya no nos preocupa tanto. Sabemos que cada cierto rato toca un paseo al vacío.

El presidente ha decidido que ha llegado la hora de la reconciliación, entonces así lo ha anunciado. Ha ordenado abandonar el odio, pasar la página y hacer ahora el amor y no la guerra. Pero… es un poco más difícil que eso, ¿no? Hay quienes creen que Alberto Fujimori los salvó y que es el mejor presidente de la historia del país (aunque dudo que muchos de quienes así lo afirman sepan quiénes han sido esos presidentes). Otros piensan que Fujimori representa todo lo malo de la política peruana y que su libertad implica un quiebre hacia el terror.

La pregunta no está en cuál de los bandos tiene la razón porque, sinceramente, lo más probable es que esta esté parte en ambas orillas y parte en ninguna. La historia es un proceso mucho más complicado que las reducciones maniqueas. Las simples dicotomías son una muestra evidente de mediocridad intelectual y de renuncia a la búsqueda de comprender la realidad desde la perspectiva ajena. Es la imbecilización estructural de la sociedad. El problema está en que este espiral descendiente parece habernos cogido con fuerza.

Mientras el presidente espera que un milagro reconcilie a las dos mitades del país, como Alberto Fujimori seguro hará –en su nueva casita– con sus hijos, algunos gritan que Abimael Guzmán debe ser entonces indultado ahora, que tiene la misma culpa frente a la sociedad que Fujimori. Desde el otro lado les responden que por qué tanto odio contra un hombre que solo se entregó a la patria. Estamos, pues, muy mal. Porque la verdad es que estos dos bandos que dicen odiarse se necesitan mucho más de lo que están dispuestos a asumir.

¿Qué es ser fujimorista en el Perú hoy? Ser antiizquierdista. ¿Qué es ser izquierdista? Ser antifujimorista. Ahí está la madre del cordero: como no hay ideas, la construcción de la identidad se hace por negación. Eso es estar calatos.