(GEC)
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Hoy más que nunca, el gobierno tiene que echar mano a todos los recursos posibles para reflotar la economía del país y seguir luchando contra la pandemia. Y qué duda cabe que una de las fortalezas que posee el Perú radica en sus recursos naturales y, entre ellos, los mejor situados –en un contexto en que el cobre y otros metales están subiendo de precio en el mercado internacional– son sus recursos minerales.

No hay que ser muy zahorí para darse cuenta de que es el momento de impulsar la minería en el Perú. Digan lo que digan los áulicos de siempre, ninguna otra industria podría aportar tanto a la reactivación productiva del país. Ayer informábamos sobre los 48 proyectos mineros que el sector tiene en cartera y que implican una inversión de más de 57 mil millones de dólares. Inyectar semejante monto en la alicaída economía peruana tendría, además, un impacto profundo, pues se crearían, en distintas regiones del territorio nacional, alrededor de 600,000 empleos directos o relacionados de algún modo con el rubro.

No debemos olvidar que en los últimos 10 años la minería ha generado el 9% del PBI, el 60% de las exportaciones y el 19% del Impuesto a la Renta, regalías e impuestos especiales recaudados de las empresas, en beneficio de las arcas públicas.

No se está diciendo nada nuevo, por supuesto; todos sabemos del potencial minero que ostenta el Perú (una reciente encuesta nacional de Ipsos reveló que el 83% de los entrevistados considera fundamental el rol que puede jugar el sector minero para contribuir a voltear la situación económica), pero también es conocida la cantidad absurda de conflictos y trabas que debe enfrentar para poder desarrollarse sostenidamente. Sin ir muy lejos, anteayer nomás, se supo que dos vehículos de la empresa Las Bambas fueron quemados en el Cusco, durante una violenta movilización antiminera. Mejor manera de torpedear la más que urgente reactivación que requiere el país, imposible.

Es hora de que en el Ejecutivo se pongan los pantalones y se decidan no solo a darle prioridad, sino a defender los fueros de una actividad extractiva que podría sacar del hoyo a millones de peruanos que hoy se debaten entre la miseria y el desempleo.