crecimiento económico
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Cuando queremos evaluar los impactos del prolongado ruido político en la economía, la pregunta es: ¿cuánto habríamos crecido en el corto plazo si no hubiera existido? Los analistas coinciden en que al menos un punto más. Sin embargo, desde mi punto de vista, el efecto más importante es que impide implementar reformas que sostengan y eleven el crecimiento en el mediano y largo plazo.

Sin reformas estamos condenados a crecer menos de 4%, cifra insuficiente para afrontar los problemas sociales. Requerimos crecer al menos 5%. Para lograrlo, debemos hacer reformas, dejadas de lado en 2018, debido a la excesiva concentración en enfrentar la turbulencia política.

Está bien que la lucha contra la corrupción continúe sin pausa. Está mal que por ello no debatamos las reformas en temas tan sensibles como los relacionados con el mercado laboral y la infraestructura, sin dejar de lado educación y salud. Es hora de equilibrar la situación. Este 2019 debe ser el año de las reformas que permitan no solo elevar la productividad, sino que las cifras macroeconómicas se reflejen en el bienestar de cada ciudadano.

Si no es así, la disciplina macroeconómica no será suficiente. Estaremos a expensas de la coyuntura externa. La economía local crecerá cuando el entorno económico global sea favorable y caerá en caso contrario. Romper la dependencia implica hacer reformas para depender más de nosotros. Esa es una falencia no solo del Gobierno, sino con larga historia. Las dos variables claves a través de las que el entorno externo afecta a la economía peruana son la tasa de interés de la Reserva Federal y los precios de los metales.

Ahora ambos apuntan en dirección contraria a la conveniente para el Perú: la primera al alza y la segunda a la baja.

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