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Redacción PERÚ21

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Carlos Basombrío,Opina.21Las elecciones del domingo no han hecho sino confirmar los grandes males que afectan a nuestro sistema político, que lo hacen totalmente inadecuado para elegir bien y gobernar eficazmente.

Los males son conocidos, pero parecen haberse acentuado. No queda duda de que, si no se hace nada en el 2016 y las siguientes elecciones, la situación puede ser, incluso, peor, y nuestro destino como país estaría cada vez más complicado.

Entre los problemas más notorios están la multiplicidad y fragmentación de candidaturas, debilidad extrema de los partidos, caudillismos efímeros, candidatos prontuariados, extremo desinterés y desconocimiento del electorado, mecanismos ineficaces de rendición de cuentas de campañas, ingreso de dinero sucio a la política, baja capacidad de gestión, alta corrupción entre funcionarios elegidos, estructuras de crimen organizado vinculadas a la gestión pública. Todo ello ocasionaría graves problemas de transparencia, estabilidad, predictibilidad y eficacia.

Hay que hacer reformas profundas. Todas difíciles pero necesarias. Todas progresivas, pero que deben empezarse. Y no es que el cambio del marco institucional, per se, solucionará los problemas mencionados, pero sin hacerlas no hay alternativa posible que la continuidad del deterioro. Propongo a discusión en este y siguientes artículos –telegráficamente por la limitación del espacio– las que me parecen más importantes:

1.- Reducir significativamente el número de regiones, provincias y distritos del país. En un país tan fragmentado como el nuestro se ha cometido el error de ir haciendo cada vez más divisiones. Con 24 regiones, 196 provincias y 1,846 distritos es imposible una gestión racional del territorio y eficiente de los recursos. Electoralmente hablando explica parte de la inmanejable explosión de candidaturas. Habría que reducirlas a, digamos, un tercio, y hacerlo con una adecuada combinación de racionalidad, progresividad, prontitud, incentivos y normas imperativas.