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Esa otra reforma laboral

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Fecha Actualización
Cada vez que se menciona reforma laboral, saltan indignados los sindicatos, los que se autodenominan izquierdas y un montón que busca en los casilleros de una encuesta la opción “no sabe, sí opina”.
Se asume siempre que una reforma laboral está orientada a reducir los beneficios y la protesta de los sindicatos es de esperar. Lo curioso es que, aunque el argumento de estas reformas es aumentar la capacidad de las empresas de generar empleos formales y, por ende, permitir que personas que hoy trabajan sin beneficios o incluso sin un salario mínimo, tengan ahora una oportunidad.
Pero no funciona así: aunque hoy no tengan un empleo formal, los trabajadores mantienen la esperanza de que eso ocurra algún día. Y, ese día, quieren contar con todos los beneficios. Una posición que se alinea a esto de alguna manera es que no rechazan la posibilidad de despido.
Hacer normas obliga a conocer la percepción de quienes serán los principales afectados y a entender que temor o esperanza están detrás.
Hay, sin embargo, una “reforma laboral” que con seguridad mejorará la calidad de vida de casi todos los trabajadores, acortará su jornada de trabajo; les dará más tiempo disponible; les permitirá ganar lo mismo y ahorrar, y mejorará el ambiente que los rodea: un buen sistema de transporte público.
Un sistema de transporte eficiente acorta distancias, reduce horas de viaje, da opción a más tiempo con la familia y a realizar otras actividades. Bien implementado, brinda seguridad, promueve la independencia de los jóvenes, baja el gasto y reduce el tráfico y la contaminación bastante más que el ‘pico y placa’. Es que, en este caso: el orden de los factores sí altera el producto. Para no usar el auto, ¡primero demos alternativas!
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