Vista de los participantes en la 27º Marcha de los Vivos en el campo de concentración nazi de Auschwitz I en Oswiecim, (Polonia). (EFE)
Vista de los participantes en la 27º Marcha de los Vivos en el campo de concentración nazi de Auschwitz I en Oswiecim, (Polonia). (EFE)

En 2005, la ONU designó el 27 de enero como el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto, pero el pueblo judío y el estado de Israel conmemoran la Shoá (Holocausto, en hebreo) el 27 de Nisán, el séptimo mes del antiguo calendario hebreo, cuyo aniversario de este año fue el 12 de abril. En la anual visita al campo de concentración de Auschwitz, a diferencia de años anteriores, los visitantes judíos se sintieron más que consternados, agraviados, puesto que en enero el gobierno polaco aprobó una ley que prohíbe utilizar la expresión “campos de concentración polacos” y otorga prisión de hasta tres años a quienes “acusen, falsamente, los crímenes de la Alemania nazi a Polonia”.

Polonia fue la nación que más sufrió los estragos de la invasión de los ejércitos de Hitler y de Stalin que se repartieron su territorio y cuyos soldados asesinaron a su élite política, intelectual y académica (la masacre de Katyn ejecutada por los soviéticos que, propagandísticamente, culparon a los nazis de haberla realizado). Académicos expertos en el Holocausto de diferentes nacionalidades, incluidos polacos, reconocen que, sin el antisemitismo atávico en Polonia producto de un catolicismo fanático que históricamente predicó mucho odio hacia los judíos, los nazis no hubiesen contado con la colaboración y la indiferencia necesaria para organizar la sistemática masacre de unos tres millones de judíos en su territorio.

Por eso, la ley aprobada por el partido ultranacionalista Ley y Justicia, criticada por muchos polacos, gobiernos del mundo y sobrevivientes judíos y sus descendientes, aísla a Polonia, una nación vejada durante siglos por invasiones y terror de sus imperios vecinos occidentales y orientales.

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