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Redacción PERÚ21

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Juan José Garrido,La opinión del directordirector@peru21.com

No han faltado quienes interpreten los resultados electorales en Cajamarca bajo la luz de una supuesta ignorancia, envidia e –incluso– sentimientos antipatriotas de los cajamarquinos. Estos argumentos, además de ser hirientes y denigrantes, demuestran un análisis superficial, incapaz de explicar la complejidad del problema.

Lo primero que hay que entender es la composición económica y social cajamarquina: alrededor del 70% de los habitantes de la región vive en zonas rurales; cerca del 30% restante, en zonas urbanas. La estratificación económica está correlacionada: 71% pertenece a los NSE D y E, 20% al C y el restante 9% al A y B. En las zonas mineras, la población rural supera el 90%. En resumen, sus preocupaciones y modos de informarse difieren radicalmente de la visión urbana y limeña.

Lo segundo a considerar es la historia regional de los últimos 20 años. A una región extremadamente pobre llegó, casi de la noche a la mañana, un contingente de máquinas, técnicos y trabajadores a perforar los cerros; a los pocos años, las desigualdades empezaron a notarse en cada aspecto de la vida cotidiana. En paralelo, las actividades mineras produjeron incidentes que, sumados a lo anterior, crearon el espacio perfecto para la inoculación de medias verdades y absolutas mentiras que respondían a muchas de las preocupaciones reales del pueblo rural cajamarquino: ¿el agua está sucia? Culpa de la minera; ¿tu hijo se enfermó? Culpa de la minera; ¿se murió la vaca? Culpa de la minera. Veinte años después alguien tenía que capitalizar esas ideas.

Lo cierto es que distintos estudios han probado que las actividades agropecuarias han producido un impacto mucho mayor en la calidad del agua (básicamente, residuos orgánicos) que la minería formal (la gran mayoría cumple con las normas ISO 14000 y otros estándares globales).

Es en este escenario que medraron buscadores de rentas políticas y económicas. ¿Quién debió hacer su trabajo de cara a estas elecciones? No las empresas, sino el Gobierno Central. Pero en Palacio se cortan un dedo antes de que un fujimorista gane ese bastión. Mañana profundizaré esta reflexión.