(Getty)
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El presidente Martín Vizcarra salió con la pata en alto. Consciente, me imagino, de las ganas generalizadas por un #quesevayantodos, quiso poner en jaque al Congreso. Entonces, ha propuesto un referéndum para que el pueblo decida sobre, entre otras cosas, la bicameralidad del Congreso, la no reelección de congresistas y cambios en el financiamiento de partidos políticos.

Automáticamente todos celebraron. Es que en el Perú celebramos la confrontación, no importa si no tenemos la más mínima idea de cuál es la propuesta. Celebramos que Vizcarra se haya enfrentado a ese Congreso dominado por el fujimorismo. Un Congreso que apesta a corrupción y
criollada, pero que apesta igual a todo el Perú. Ni siquiera habíamos leído sus propuestas, ni un proyecto de ley, ni un argumento, pero Vizcarra ya era un héroe con pantalones.

Claro, como ya habló de género, como ya dijo que se va a enfrentar a los corruptos, aplaudamos todos y vayamos a votar a favor de cualquier cosa que se presente, no importa si es un bodrio. Ahora que ya están colgados los proyectos en la página del Congreso, los invito a leerlos. Y ahí está la trampa, pues todo está escrito, obvio, en lenguaje jurídico. Es decir, casi indescifrable para aquellos que, con justa razón, no han decidido estudiar derecho.

Y los proyectos de ley dicen muy poco o nada. Dicen, hay que prohibir la reelección de congresistas pues porque así es en todo el Perú. Y hay que prohibir su reelección porque así se ha hecho en México y hay un documento que dice que funciona. ¿En serio? ¿Qué relación tiene la
reelección con el problema de la corrupción en el Perú? Hemos tenido, por ejemplo, cuatro presidentes diferentes después de Fujimori y cada uno tiene “problemas” por estar metido en algún escándalo de corrupción. Igual con alcaldes, gobernadores regionales y más.

La ley no analiza en ningún momento si la reelección es la causa de algún mal. Y, pues, el análisis costo beneficio es el famoso “la presente propuesta no genera gasto alguno al erario nacional”. Señores, el único costo existente no es aquél que implique pagar plata del Estado. Algo similar se ve en los cambios en el financiamiento de partidos y el proyecto sobre la
bicameralidad (si bien estoy de acuerdo en principio con la idea), que da para otra columna; argumentos vagos, justificaciones vacías, muy poco estudio, casi nulo, la introducción de cuotas
de género solo porque sí.

¿Quiénes asesoran al presidente? Al final, todo se trata de mostrar quien tiene la espada más grande y a nosotros eso nos encanta.