El pleno del Congreso incluyó en su agenda de hoy el debate de la reforma constitucional para sancionar los aportes ilegales a partidos políticos. (Foto: Congreso de la República)
El pleno del Congreso incluyó en su agenda de hoy el debate de la reforma constitucional para sancionar los aportes ilegales a partidos políticos. (Foto: Congreso de la República)

La mayoría ha hablado. No la del Congreso, sino la ciudadanía: no a la reelección de los parlamentarios. Como lo señala hoy nuestra portada, al dar cuenta de la última encuesta de Datum, el 74% de los entrevistados respalda la medida planteada por el Ejecutivo, que está pendiente de aprobación en el Legislativo.

El proyecto modifica el artículo 90° de la Constitución de modo que en el texto se incluya que “los congresistas no pueden ser reelegidos de manera inmediata para un nuevo periodo”.

En Perú21 reconocemos que la experiencia y el conocimiento que surge de ella son importantes en la gestión parlamentaria; sin embargo, también pensamos que en la coyuntura generada luego de escándalos como Lava Jato y los audios del Consejo Nacional de la Magistratura, hay que escuchar la voz de la mayoría de la ciudadanía y esta, sin duda, está enojada con el Congreso.

Si bien los representantes del fujimorismo tienen una responsabilidad importante en el malestar, ellos no son los únicos. Las demás bancadas no han estado a la altura de las circunstancias ni han mostrado el suficiente liderazgo.

Sería bueno que los congresistas no se la quieran dar de listos aprobando la reforma, pero aplicando la restricción recién para quienes resulten electos en 2021, pues la sanción que la ciudadanía quiere dar en las urnas es a los actuales integrantes del Legislativo.

Si la reforma se aprueba con esta postergación de entrada en vigencia, lo único que lograrán es aumentar la indignación de la gente, lo cual, a la larga, podría ser aprovechado por grupos extremistas que actúan en todo el país, penetrando movimientos sindicales y estudiantiles, entre otros.

Esta reforma no debería ser vista como una ocurrencia del presidente Martín Vizcarra, sino como una lectura que él y su gabinete han hecho del sentir de la ciudadanía y que ha sido plasmada en el proyecto de reforma constitucional.

Tenemos que ver la posibilidad de que la ciudadanía se exprese en el referéndum acerca de esta reforma constitucional como un mecanismo de desfogue social, una especie de catarsis. Evitemos que el extremismo se alimente y crezca. La población nos quiere decir algo con su enojo. No hacerle oídos sordos es fundamental.

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