(Getty Images)
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Los gobiernos recaudan dinero para gastarlo. Cuanto más dinero tengan, pueden gastar más. Existen distintas formas de medir la recaudación, aunque la más usada es a partir del porcentaje que representa el producto bruto interno. En 2012 llegó a 17%, mientras que en 2017 cayó a 12%. El promedio de América Latina en 2017 fue 23%, siendo la menor la registrada en Guatemala (12.4%) y la mayor en Argentina (32%). Francia, Dinamarca y Bélgica tienen mayor recaudación, con porcentajes que fluctúan entre 45% y 50%. Estamos entre los países con menor presión tributaria del mundo.

Existen varios factores que explican la caída en el Perú. Primero, el menor crecimiento; si las empresas producen y venden menos, pagan menos impuestos. Segundo, el exceso de exoneraciones, que crea perforaciones en el sistema. Tercero, la reducción del ritmo de crecimiento del empleo formal. La informalidad está creciendo. Cuarto, las modificaciones a las leyes tributarias no han funcionado. Quinto, la percepción de la población del mal uso del dinero recaudado ha acentuado el problema, pues nadie quiere pagar. ¿Por qué lo harían si observan los altos niveles de corrupción sin que mejoren los servicios básicos? ¿Adónde se va su dinero?

Uno de los grandes riesgos es cómo financiar los gastos públicos en el mediano plazo. ¿De dónde saldrá el dinero si la recaudación es tan baja? Algunos dirán de deuda; pero más deuda hoy significa más impuestos mañana. O se simplifica el sistema, se racionalizan las exoneraciones y se amplía la base y el Estado comienza a funcionar como debería, o con el tiempo la recaudación seguirá bajando. Mientras tanto, somos los mismos los que pagamos impuestos. ¿Hasta cuándo?