(César Campos/ GEC)
(César Campos/ GEC)

Los últimos días han sido especialmente reveladores en cuanto a la forma en que algunos entienden la realidad de nuestra ocurrente política local. Hay quienes, parece, la ven a través de un caleidoscopio distorsionador.

Así, por ejemplo, el locuaz vocero de la bancada fujimorista, Carlos Tubino, cerró la semana mostrando alegría porque la moción de censura que presentaron contra el congresista Salaverry, dice, había sido una herramienta filuda que demostró el liderazgo de su bancada “basado en valores y principios”. Sentenció que habían “cuadrado” al presidente del Congreso y que el resultado era, por tanto, una victoria. Solo queda pensar que la realidad en la que habita el congresista es bastante más feliz de la que le toca enfrentar, donde lo único cierto es que tuvieron que retirar la moción porque su mayoría absoluta se esfumó. Lo que todos vimos fue una tremenda derrota, evidenciada en los votos que ya no tiene la que fue hasta hace poco una poderosísima bancada.

También aparecieron quienes afirman que el presidente Vizcarra se quedó sin piso luego de que la nueva fiscal de la Nación declarara en emergencia al Ministerio Público. Lo cierto es que quienes se quedaron sin piso son los que blindaron al ex fiscal que llevó a esa institución a cuidados intensivos.

Luego están quienes siguen defendiendo al ex fiscal de la Nación y cuestionando las marchas ciudadanas que lo arrinconaron. Chávarry está con impedimento de salida del país, serias investigaciones en marcha, suspendido por su gremio profesional, y varias denuncias constitucionales en curso, pero algunos siguen hablando de persecución y quiebre institucional.

Diera la impresión de que la tan importante institucionalidad que ahora enarbolan es un nuevo eufemismo para hablar de blindaje e impunidad.

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