Realidad a cuadritos

“Fue Mafalda el personaje que extendió su fama más allá de las fronteras platenses: una niña habitualmente malhumorada que desnudaba distintas minucias de la vida cotidiana de la clase media –a la que pertenecían su familia y las de su tropa de amigos– a través de un humor mayormente sarcástico que, a la vez, se hacía eco de la realidad económica y política del planeta”.
Joaquín Salvador Lavado, conocido como Quino y creador de Mafalda, falleció a los 88 años. (Foto: AFP)

Aunque originada en la antigua Grecia, la sátira se convirtió en un poderoso género literario durante el imperio romano, donde las preocupaciones del pueblo, las críticas de costumbres y los cuestionamientos a las autoridades se expresaban a través de versificaciones humorísticas, tejidas por muy brillantes y faltosos poetas. Sin duda, desde entonces, la risa comenzó a ser percibida como enemiga del poder y de los defensores del estatus quo.

Arribados al tumultuoso siglo XXI, el argentino Joaquín Lavado, Quino, abandonó este mundo como un dignísimo heredero de satiristas tan finos y agudos como Horacio o Juvenal, cambiando solamente los endecasílabos por el dibujo en viñetas, publicadas, ya en los últimos años de su vida, en diarios y revistas de los cuatro continentes y en todos los idiomas imaginables.

Fue Mafalda el personaje que extendió su fama más allá de las fronteras platenses: una niña habitualmente malhumorada que desnudaba distintas minucias de la vida cotidiana de la clase media –a la que pertenecían su familia y las de su tropa de amigos– a través de un humor mayormente sarcástico que, a la vez, se hacía eco de la realidad económica y política del planeta. ‘Chistes’ que vienen inundando las redes desde hace dos días y que, pese a haber sido publicados hace más de cincuenta años, continúan hablándole al mundo contemporáneo de las taras sociales que arrastra, sin que mucho haya cambiado desde que la tira inició su andadura editorial. Cualquiera podría pensar que esos dibujos a cuadritos son de ayer o de la semana pasada, como todo gran arte o gran literatura.

Quino, sin embargo, no fue solo Mafalda. Después de cerrar su ciclo con el personaje, en 1973, y rechazar ofertas para volver a ponerlo en circulación, continuó ejerciendo el humor en diarios y revistas, un humor filosófico que, año a año, se fue volviendo más agrio y desesperanzado ante lo injusto, cruel y absurdo de la realidad que le había tocado vivir. Al final podría decirse que, si bien partió hace dos días hacia la inmortalidad, nos dejó a todos sus lectores atascados en ese “Mundo Quino” que a él (como a Mafalda) tanto lo enervaba.

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