Donald Trump se manifestó en contra de la decisión parlamentaria. (Foto: AP)
Donald Trump se manifestó en contra de la decisión parlamentaria. (Foto: AP)

El nacionalismo populista de derecha ha sufrido un remezón que debería frenar su fuerza expansiva. Donald Trump, el principal catalizador de esa agenda conservadora y reaccionaria, que es contraria a las libertades que se supone la globalización y la modernidad deben abrazar, ha sido delatado sin anestesia ante el Congreso americano por quien fue su abogado personal durante los últimos diez años.

Ayer, Michael Cohen montó un espectáculo en Washington. Ha involucrado a Trump directamente en actividades delictivas que habría cometido antes de ganar la presidencia y luego de asumir el cargo: conversaciones bajo la mesa con Rusia, malversación de fondos de campaña, relación con Wikileaks para controlar información contra Hillary Clinton y compra de silencio de la candente Stormy Daniels, solo para hacernos una idea. Cohen tildó a Trump de racista, estafador y embustero.

El testimonio de Cohen desmantela completamente la presunción de que no se le iba a encontrar nada a Trump que pudiese activar un “impeachment”, lo que equivale a una vacancia presidencial peruana. Pero ayer ha surgido más de una razón para hacerlo, con lo que básicamente el proceso de vacancia en la Cámara Baja del Congreso ya comenzó. Aunque el proceso es largo y el partido republicano aún mantiene control del Senado, el testimonio de ayer puede ser entendido como la primera audiencia que llevaría a Trump al filo de la navaja.

En ese contexto, resulta inverosímil que la derecha local siga justificando liderazgos como el que Trump encarna, ganados con trampa o contra los intereses de su mismo país. Hasta he leído que desesperadamente proponen que Steve Bannon, el estratega de la derecha dura mundial que llevó a Trump al poder, se dé un salto por el Perú para construir al Bolsonaro peruano. Ya pues.

TAGS RELACIONADOS