(Foto: Presidencia)
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Al inicio de la semana escribí que era difícil entender por qué el trabajo de comunicación del gobierno era tan pobre. De los distintos desafíos que tiene Vizcarra, proveer información clara, oportuna y educativa debería ser el más fácil de solucionar, pero al terminar la semana queda claro que no tiene pensado ajustar esa tuerca. Buen ejemplo de esto fue la conferencia de ayer, en la que el gobierno demostró no tener ideas nuevas para mejorar la repuesta a la pandemia. Al terminar la conferencia no hubo nada realmente nuevo. ¿Cuál fue entonces la finalidad de dirigirse al país? Todo comunica y una mala conferencia también.

No tiene sentido que buena parte del mensaje oficial sea la promesa de una vacuna si esta no existe. Ni se sabe realmente cuándo estará lista ni cuánto tiempo tomará distribuirla alrededor del mundo. La vacuna es el mayor reto de asignación de recursos de la historia y requerirá una cooperación internacional y público-privada sin precedentes.

Aun con toda la voluntad y coordinación previa, existirán demasiados incentivos para que las vacunas atiendan primero a los países que se encarguen de su producción. Así que es imposible calcular cuánto tomará en llegar a Perú, sin contar que no tenemos la capacidad instalada para colocar millones de vacunas en un periodo corto. La pregunta, por eso, es ¿qué hacemos hasta que llegue la vacuna? Por la conferencia de ayer, parece que esperar. Mientras tanto, ¿normalizamos las 200 muertes diarias?

Un paliativo económico es el bono, pero, como la vacuna, es una incertidumbre. Recién están evaluando formas alternativas para su pago sin colas. Mientras tanto, el gobierno no ha dicho nada sobre lo que buena parte de especialistas recomiendan: seguimiento de contactos donde sea viable. Todos sabemos que estamos ante una crisis sin igual en la que se aprende a diario, pero no podemos tirar la toalla sin intentar todo.

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