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El equipo médico chino, a su arribo a la muy afectada región de Lombardía, en Italia, se alarmó por la laxitud con que se llevaban las restricciones sociales adoptadas para contener la pandemia, ante lo cual urgieron al gobierno a que tomase medidas más severas si pretendía combatir efectivamente el mal: como se sabe, con sus, de momento, 4,000 occisos, Italia ya superó a China en víctimas mortales. Y, según los especialistas, otros países europeos como España o el Reino Unido, que han reaccionado tardíamente, podrían ir pronto por el mismo camino. Los galenos e investigadores orientales se escandalizaron con la cantidad de gente y vehículos que veían en las calles, los eventos sociales que todavía se realizaban –pese a ser en grupos supuestamente reducidos– y con la falta de mascarillas en las zonas más castigadas por el COVID-19.
La agria reprimenda que recibieron los italianos de los médicos chinos –trasladados a Milán para apoyar las medidas sanitarias en Europa– que estuvieron a cargo de la hasta ahora exitosa contención del coronavirus en la provincia de Wuhan debería resonar también en los oídos de los peruanos de a pie y, desde luego, en los de nuestras autoridades.
En el Perú, esto nos debería llevar a la reflexión y a la acción, pues hasta ayer nomás podíamos ver imágenes de aglomeraciones en La Parada y en otros mercados populares de Lima, donde vendedores ambulantes y compradores alternaban olvidados de cualquier pandemia, apretándose unos contra otros, pasándose productos de panllevar, como si en el país el riesgo de contraer la enfermedad no existiese ni hubiese existido nunca, o que fuese pura “exageración de la prensa”, como hasta hace poco repetían mandatarios extranjeros, como Jair Bolsonaro, Donald Trump o Boris Johnson y que hoy –preocupadísimos con sus estadísticas de contagio e insuficiente cobertura sanitaria para la crisis– han terminado tragándose su palabras.
Los miembros de la Policía Nacional y de las Fuerzas Armadas deben vigilar que las medidas de aislamiento social y sanitarias se cumplan indefectiblemente, identificar esos puntos en los que se olvida y viola la emergencia, actuar preventivamente y sancionar como se debe. Mientras esas aglomeraciones e intercambios sin precaución alguna continúen, el virus se seguirá multiplicando. Ante la irresponsabilidad, solo cabe aplicar la ley. Tomemos muy en serio la emergencia, que en el Perú las medidas de contención se han tomado a tiempo.