"Mi generación respiró homofobia desde la infancia. En su libro Prefiero un hijo muerto a un hijo maricón, Alberto de Belaunde reúne frases que lamentablemente todavía se escuchan y golpean la psiquis en desarrollo de niñas y niños que no calzan en el molde heterosexual mayoritario". (Foto de Marvin RECINOS/AFP)
"Mi generación respiró homofobia desde la infancia. En su libro Prefiero un hijo muerto a un hijo maricón, Alberto de Belaunde reúne frases que lamentablemente todavía se escuchan y golpean la psiquis en desarrollo de niñas y niños que no calzan en el molde heterosexual mayoritario". (Foto de Marvin RECINOS/AFP)

Cuatro de cada cinco peruanos reconocen que discriminamos a la población LGTBIQ+. ¿Por qué le hacemos la vida a cuadritos a gente que ya la tiene difícil? ¿Qué nos importa lo que otras personas piensan o sientan respecto de su identidad y orientación sexual? ¿En qué nos afecta?

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Mi generación respiró homofobia desde la infancia. La agresión no para ahí, también hay actitudes matonescas, golpes y, en el caso de mujeres trans, asesinatos. Como ahora existe la inteligencia artificial restringida solo a trabajos de investigación científica seria, la aproveché para encontrar estudios sobre causas de la homofobia más agresiva. No me dio el estómago para averiguar sobre la transfobia, donde a septiembre de 2023 se había asesinado en Perú casi una mujer trans por mes.

La primera investigación que mostró fue una cuya teoría es conocida, pero no tenía idea de que se había probado físicamente. La teoría freudiana es que la agresión a homosexuales es un mecanismo de defensa que esconde una represión del agresor a conflictos sobre su propia homosexualidad. Al no ser capaz de reconocer que siente atracción homosexual, ese conflicto interno ebulle y lo lleva hacia la agresión a homosexuales. Hasta ahí, teoría psicoanalítica. Pero en 1996, . Yo pensé que eso era prueba suficiente, pero investigaciones más recientes cuestionan esta interpretación. También señalan que el grado de homofobia no solo depende de la personalidad, sino del entorno cultural. Algún psicólogo que sí sepa del tema debería poder ayudar a desentrañar esta madeja. Nada de estos argumentos cambia el rol de agresor y víctima, pero sí es necesario entender la psicología de quienes se molestan tanto respecto de la identidad u orientación sexual de otra persona, lo que no les incumbe ni los afecta.

No veo cómo se puede defender la libertad de personas jurídicas (libertad de empresa, contratación, etcétera) sin defender la libertad de las personas naturales. Defender la libertad no se restringe a los que son parecidos, la libertad tiene que poder ejercerla quien no es parecido a mí. Y no hay nada más propio y personal que el cuerpo, la identidad y la orientación. ¿Dónde queda la libertad si es que, por creencias grupales sobre la moral, no permito que quien se siente mujer lo diga y practique? Yo me incomodo cuando veo travestis y no llego a entender lo que vive una persona trans, pero estoy obligado a respetarlo. Pude conversar con el hermano trans de un compañero de trabajo. Recién a los veinte y pico años, luego de varios meses de terapia hormonal, se despertó un día pensando en su agenda, sin que el primer pensamiento fuera angustiante o depresivo. ¿Se puede tolerar que se agreda a alguien que vive eso? Escribir por el día del orgullo termina avergonzándome de lo poco empáticos que somos como sociedad con gente a la que no le tocó una vida fácil.

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