¿Qué es el populismo?
¿Qué es el populismo?

El populismo no es exclusivo de la derecha ni de la izquierda. Es un concepto elusivo, polémico y, en la mayoría de veces, peyorativo. En términos políticos, hasta ahora, el populismo no cuenta con una única definición o teoría. Sin embargo, encontramos una pista valiosa cuando el papa Francisco nos manifiesta su preocupación por el aumento global del populismo. El papa Francisco nos explica que se debe a que “en momentos de crisis, no funciona el discernimiento” y que los pueblos buscamos “salvadores”, pero en su lugar nos encontramos con líderes carismáticos que nos brindan una identidad distorsionada.

Las definiciones de populismo que emanan de la ciencia política enfatizan, naturalmente, el proceso político, la estrategia política, la ideología, el rol del líder y la construcción de una narrativa de confrontación. Estas definiciones no son enteramente incompatibles con las que emanan de la ciencia económica. En economía, desde los noventa, gracias al trabajo de Rudiger Dornbusch y Sebastian Edwards, tenemos una definición y caracterización operativa que se refiere a la implementación de políticas redistributivas en abierta violación de las leyes o de las restricciones económicas más elementales.

Un ejemplo evidente de violación de una restricción económica es una política por la cual el Estado gasta lo que no tiene, distribuye lo que no existe, o por la cual el Estado gasta indefinidamente más de lo que recibe. Un ejemplo evidente de violación de leyes económicas, de violación de las leyes de oferta y demanda, es una política de control de precios.

En economía hablamos de populismo cuando se promueven políticas que llevan al sistema económico por caminos insostenibles, que luego obligan a medidas de ajuste drástico que nos llevan a estar peor que al inicio. Es decir, hablamos de populismo para referirnos al conjunto de políticas que son fáciles de promover cuando se anula el discernimiento, cuando se niega el conocimiento científico y cuando se desconoce la evidencia y la historia. Como con los cantos de sirena, se trata de medidas que suenan bien, pero que sabemos que terminan mal.

La buena noticia es que la vacuna o el antídoto contra el populismo ya existe: se llama educación. El antídoto contra el populismo está en una ciudadanía educada que conozca la historia y sepa muy bien cómo terminan los experimentos que ignoran las leyes y las restricciones económicas. Está en una ciudadanía educada que entienda por qué es que el populismo resurge con cada nueva crisis.

Es un antídoto que hay que construir permanentemente en todos los niveles educativos posibles, de tal forma que los ciudadanos podamos identificar tempranamente las señales de historias que no deben repetirse. Una educación que nos haga capaces de discernir, en medio de cualquier crisis, entre aquello que nos hace mejores de aquello que nos destruye.

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