(AFP)
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Al escribir estas líneas, parece que Biden ganará raspando. Creía que iba a galopar, con tanta presunta movilización latina, juvenil y negra a favor y frente a un Trump muy tocado. Sin embargo, Trump tuvo una sorpresiva y espectacular performance (lo que me convence más de que habría ganado sin plaga). Como siempre, los republicanos fuertes en el sur y el “midwest” y los demócratas en Nueva Inglaterra y toda la costa oeste. El resultado fue el más complicado posible y espero nomás que Trump no sea el mal perdedor de siempre, que cualquier locura picona suya puede desatar la violencia o afectar a la economía. Me temo que no es el Nixon de 1960, que por prudencia optó por no impugnar unas elecciones con olor a fraude a favor de Kennedy. Tampoco estos fueron los primeros comicios modernos de resultados tardíos: Ford-Carter y Bush-Gore tomaron su tiempo.

Pero los grandes perdedores han sido las encuestadoras y los “calculistas” de escenarios electorales. Desde The Economist, CNN y el NYT hasta Yougob, Zogby, e Ipsos, todos apostaban al 90% que Biden arrasaba, con hasta entre 7 y 10 puntos arriba. No supieron medir los votos escondidos urbanos ni el rural trumpista. Solo Rasmussen e IBD/TIPP acertaron. El resultado tampoco es para entrar en pánico con que ya llega la izquierda al poder en USA. Biden es un moderado (como su plana mayor); además, es obvio que ese resultado tan ajustado y que le ha dejado al frente a medio país no le da cancha libre como para ponerse a jugar al radical. Va a tener que ser un presidente muy cauto y conciliador, con mucho trabajo para reconstituir los frentes interno y externo (solucionar los problemas creados por Trump con China, UE, OMC, OTAN, OMS, Tratado de París, TPP, etc.). Además, un Senado y una Corte Suprema con mayoría republicana van a tener a raya cualquier iniciativa demócrata muy “progre”.

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