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Redacción PERÚ21

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Carlos Tapia, Opina.21ctapia@peru21.com

He aceptado la invitación de Fritz Du Bois para escribir una breve columna todos los domingos. Adelanto los puntos de vista que difícilmente dejaré de tomar en cuenta en cada una de ellas.

Me considero un hombre de izquierda. De la izquierda que lucha por hacer más igualitaria nuestra democracia; es decir, de los que están convencidos de que la mejor forma de defenderla es hacerla avanzar del ámbito político formal a lo económico y social.

También me considero un radical porque quiero contribuir a la solución de los grandes escollos que nos impiden tener una verdadera democracia, afrontándolos desde su raíz y no maquillándolos o tratando de esquivarlos.

Desconfío de aquellos que dicen que la calificación de derecha e izquierda es cosa del pasado. Por lo general son derechistas vergonzantes.

El uso de la violencia angosta y dificulta el camino de la política. Fui testigo de cómo la acción insurreccional y la violencia a nombre de los de abajo, al final de cuentas, siempre terminan favoreciendo a los sectores más retrógrados y autoritarios de la sociedad. Todas las dictaduras son malas.

Creo que sin crecimiento económico no es posible reducir la pobreza y desigualdad. Pero no basta.

Se requiere, además, la presencia de un Estado fortalecido y capaz de ganar su legitimidad ante la población. Las potencialidades que cobijan los mercados debieran anudarse a la promoción de las inversiones que el desarrollo sostenible del país requiera.

La falsa contradicción entre los intereses del Estado y de los mercados se supera poniendo por delante los intereses globales de la nación.

Me siento decepcionado del curso tomado por el actual gobierno y de la inexistencia de una verdadera oposición.

Lee mañana a: Enrique Castillo