El decrecimiento de la economía en 15% y una recesión cabalgante –además de la conflictividad social a causa de la pérdida de más de 900 mil empleos para fines de 2020 y el primer trimestre de 2021– serán la herencia que dejará al país el oscuro túnel del COVID-19.

Los indicadores de inseguridad ciudadana para los futuros meses no pintan bien. El panorama no tiene buena cara, por lo menos, para lo que resta del presente año.

No es difícil inferir que tanto la crisis como la conflictividad serán aprovechadas por los operadores políticos de los grupos ‘antisistema’, los afines al terrorismo (organismos de fachada de Sendero Luminoso y del MRTA), los progresistas interesados en llevar agua para su molino (elecciones 2021) y los ‘usureros’ que diseminan el ‘espíritu extorsivo’ cerca de cuanto proyecto minero, energético o productivo encuentren en su camino.

Está demostrado que la manera más eficaz de generar recursos de forma inmediata –además de puestos de trabajo directos e indirectos– para asegurar la construcción de hospitales, centros médicos, proveer de medicamentos y ejecutar estrategias de seguridad ciudadana es la inversión, especialmente la privada. Lo inmediato en estos momentos difíciles para la economía nacional radica en los emporios mineros como Tía María, Quellaveco o Conga.

Este gobierno debe sentirse en la obligación moral de tomar medidas extraordinarias o extremas –según sea el caso–, alejándose de prejuicios políticos y de posturas ideológicas contrarias a la necesidad que genera la emergencia económica y su reactivación.

La capacidad de resiliencia no se construye sobre terreno árido, sino sobre los recursos que se tienen a la mano, en el entorno, y este recurso está en la minería, la pesca, la agroexportación, la generación de energía, entre otros, porque es la única forma de poner dinero fresco en los bolsillos de los ciudadanos.

El concepto de las mesas de diálogo pospandemia en el tema minero no debe ser si la mina “va o no va”, sino “cómo va más rápido?”. Es decir, debe haber un discurso propositivo de todos los actores para que todos los peruanos salgamos ganando, sin medias tintas, zancadillas ni indecisiones. ¿Tan malo puede ser esto? No. Todo lo contrario. La decisión correcta solo traerá prosperidad y seguridad.

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