[Opinión] Aldo Mariátegui: “¡Ya estuvo bueno de tanta majadería!”.
[Opinión] Aldo Mariátegui: “¡Ya estuvo bueno de tanta majadería!”.

-Ya estuvo bueno de aguantar tanto este berrinche infantil de estos revoltosos. El país necesita trabajar y recuperar lo perdido, no estar soportando tanto tumulto majadero y bloqueo mafioso. Y si algunos puneños no están nada contentos de vivir en el Perú, que crucen la frontera con Bolivia y migren allá, para que así sean felices bajo el paraíso socialista andino de Evo y dejen de jodernos al resto.

-El cinismo de Vizcarra es colosalmente enfermizo. Es ampliamente conocido que el muy sinvergüenza se fue de embajador a Canadá sin saber inglés y de allí coordinó la salida de PPK con el fujimorismo. Y después de traicionar a PPK, traicionó a los naranjas. Impresionante que esta alimaña ahora salga a “desmentir” todo eso.

-Es un escándalo cómo el juez John Paredes Salas se ha dedicado a boicotear sistemáticamente los esfuerzos del Congreso para elegir a un nuevo Defensor del Pueblo. El politizado sindicato izquierdista de la DP interpuso adrede acciones de amparo para evitar este proceso y Paredes ha colaborado, acogiendo estas pretensiones absurdas y luego demorando su decisión. ¿De cuándo aquí un juez está por encima de las atribuciones del Congreso? Este juez debería ser sancionado, pero ya sabemos que la JNJ está también capturada por la caviarada. 

-¿Qué bicho le ha picado a Mirko Lauer, el veterano columnista rojo de La República? Desde hace dos meses sus columnas son un ejemplo de cordura contra las revueltas (y hasta lo siento a mi derecha a veces). Habría que picar con ese mismo bicho a toda la izquierda. Hablando de La República, tal fue el patinazo que este diario tuvo con esa mentira de que Perú era el cuarto país más desigual del mundo que tuvieron ayer que entrevistar al economista (Saki Bigio) que más había criticado la nota.

-Se hizo una el TC con esta valiente sentencia que establece que el Estado ya no podrá vampirizar al contribuyente con intereses moratorios que se generaban precisamente por la ineficiencia del Estado en contestar los reclamos.