-Dear tuiterita Patricia Gamarra, en San Isidro hay también mucho “electarado”; es un fenómeno policlasista. Allí y en Miraflores, Barranco, etc., vive mucho blanquito socialconfuso, iletrado, bonito, superficial y caviarón como tú, que cree que jugar a “progres” les hace inteligentes, modernos e interesantes. ¡Pucha, casi neoyorquinos o franceses, oye! Mira nomás a mi vecinito, que vive en El Golf y es de tu estilo (es que los dos deberían protagonizar una versión progre de la telenovela Carmín, pero ambientada en una ONG y no en un colegio). O si no, mírate nomás, de espolique ahora de una cosa tan patética como Julio Guzmán ¿Para eso estudiaste en el Pestalozzi y la PUCP? Es que este “electarado” burgués es el peor segmento de esa clasificación, porque de nada les sirvió intelectualmente comer y educarse mejor que el resto. Inmolarse por Guzmán…

-Muchos creen que soy un lunático por insistir tanto con el poder absoluto de la caviarada en el Perú, pero es que hay que ser así de cargoso para que alguno abra los ojos. Después de dominar la academia, los medios, las ONG, el aparato de justicia, PCM y varios ministerios, ya los caviares llegaron –directamente– con Sagasti a la Presidencia por la puerta falsa, gracias a los genios de los bicentenarios y una prensa sumisa al Twitter y lo políticamente correcto. Esta semana, la caviarada demostró una vez su poder y así Sagasti ha presentado a César Landa para la Corte-IDH. Landa no solo es caviarazo, sino que se dedicó a ser el corifeo legal del vizcarrismo, al que la prensa oficialista acudía siempre para justificar a ese tipo. Tanta lealtad a la caviarada tuvo su recompensa y Landa le tomará la posta a caviarazos como Eguiguren y García Sayán en ese tipo de puestos. Me imagino que ya le estarán buscando algo así a Omar Cairo, ese increíble otro escudero legal de Vizcarra y del oficialismo.

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