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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Un rápido viaje a Puno me permitió algunas observaciones que comparto con ustedes. Puno es la única región del Perú que produce estaño (y con esa proporción el Perú es el tercer productor mundial de estaño con más de 30 mil toneladas métricas anuales). Es, asimismo, el principal productor nacional de fibra de alpaca, de lana de ovino, de quinua, de papa y de trucha, e importante productor de oro y café.

Posee, además, un creciente atractivo turístico que ha permitido la construcción, en los últimos años, de tres hoteles de primera categoría y la prosperidad de los servicios vinculados a esta actividad.

Pese a ello, sigue apareciendo como el segundo departamento más pobre del país, después de Huancavelica, y es el centro de mayor comercio informal fronterizo, es decir, contrabando. La región tiene los índices más bajos de tratamiento de aguas servidas, lo cual ha convertido la contaminación del Titicaca en casi irreversible.

A ese contradictorio panorama se añade una serie de oportunidades que bien aprovechadas pueden impulsar el desarrollo económico y permitirían revertir las condiciones de pobreza y bajo desarrollo humano en el que vive la mayoría de su población.

La prosperidad o el atraso regional dependerán en gran medida de lo que decidan los ciudadanos en las elecciones de segunda vuelta, a realizarse el próximo 7 de diciembre.

En ellas se enfrentan Juan Luque, un académico con una visión moderna, propensión al diálogo y promotor de la inversión, y Walter Aduviri, un populista cuyo mensaje es prácticamente secesionista y cuya principal propuesta es expulsar a la Sunat de la región.

Como dato curioso –que merece un detallado análisis antropológico– el primero recibe el apoyo de la zona quechua y el segundo de la población aymara.

Perspectivas similares enfrentan otras 14 regiones del país, lo cual obliga a una inmediata reforma del proceso de regionalización.