Haruhiko Kuroda. (AFP)
Haruhiko Kuroda. (AFP)

Este se ha fumado algo; eso es lo que pensé después de escuchar una ponencia de Haruhiko Kuroda, el gobernador del Banco de Japón (BJ). Comenzó diciendo que, hace un par de décadas, le visitó el economista norteamericano Ben Bernanke –después jefe de la FED durante la crisis de 2008– y que este le explicó que lo que se necesitaba, para evitar la deflación y reanimar la economía, era un programa masivo y continuado de compra de títulos de deuda pública financiado con emisión de moneda; si cuando este alcanzara su límite no se había logrado el objetivo, entonces el central tendría que entrar a comprar bonos emitidos por empresas privadas; luego, si eso tampoco era suficiente, habría que pensar en comprar en la bolsa acciones de empresas privadas.

Y es precisamente lo que ha puesto en práctica Kuroda durante los cinco años que lleva de gobernador del BJ. Al día de hoy, la hoja de balance del BJ equivale al tamaño del PBI; tiene en su cartera la mitad de los bonos del Estado que se negocian en los mercados, un cuarto de los bonos –grado de inversión– de las empresas y alrededor de 3% de todas las acciones que se comercian en la bolsa.

En los últimos veinte años, la deuda pública del Japón ha aumentado de 100% del PBI a 250% y es, por tanto, el estado más endeudado del planeta, y sin embargo, por el momento, el Japón no tiene un problema de deuda porque la voracidad compradora del BJ “garantiza” que las tasas de interés se mantendrán cercanas a cero; el bono público a 10 años tiene un rendimiento de 0.03%. Pero una subida a 1% tendría un impacto en el déficit fiscal de 2.5% del PBI, con secuela de crisis fiscal dado que, incluso con el servicio de la deuda casi en cero, el déficit fiscal japonés es de alrededor del 5%, por lo que el ratio de deuda pública a PBI sube a razón de cinco puntos por año. ¿En qué momento el BJ será incapaz de mantener las tasas por debajo de 1%? Esa es la gran pregunta.

A partir de 2008, los bancos centrales se embarcaron en una política de monetización masiva de deudas –el famoso QE– aunque sin llegar a los extremos del BJ. Por primera vez en la historia se pone en práctica a escala mundial un experimento tan largo de esta índole.

De momento, los resultados han sido tasas de interés cero e inflación de activos pero no de bienes. Pero esta última empieza a asomar, por lo que ahora toca emprender el camino en reserva. Nadie sabe qué pasará. La semana pasada un economista japonés decía a Bloomberg que el trabajo del sucesor de Kuroda en el BJ será “un trabajo traído del infierno”.