Grupo es el jugador líder en la Bolsa de Valores de Sao Paulo. (Bloomberg/Referencial)
Grupo es el jugador líder en la Bolsa de Valores de Sao Paulo. (Bloomberg/Referencial)

“En este momento todas las grandes economías del mundo están creciendo”, rezaba ayer el New York Times. Tanto de lo mismo nos decía el celebrado billonario y hedge-fund gurú, Ray Dalio, el martes desde la cumbre de Davos: las bolsas van a seguir subiendo porque el crecimiento es bueno, la inflación no es problema y la reciente reducción de impuestos en EE.UU. da un empuje alcista. Según Dalio, “te vas a sentir como un tonto si mantienes tu dinero en cash”. 

Discrepo. Mi opinión es que ni la subida de las bolsas ni el dinamismo del PBI van a durar mucho. Es más, si el objetivo del lector es lograr una rentabilidad razonable durante los próximos diez años, mantener ahora los ahorros en acciones es la estrategia equivocada. No cuestiono que las bolsas puedan seguir subiendo unos meses, escalando más allá de sus muy sobrevaluados niveles actuales, pero ello de ninguna manera está garantizado; el riesgo de una corrección drástica es alto, por lo que invertir en bolsa ahora es jugar a la ruleta rusa.

El panorama puede cambiar brusca y súbitamente. Nada mejor para ilustrarlo que un poco de arqueología financiera en la hemeroteca. En julio de 2007, el FMI vaticinaba en su informe sobre las Perspectivas de la Economía Mundial que “la economía mundial mantiene un crecimiento pujante. La fuerte expansión mundial continúa y las proyecciones del crecimiento para 2007 y 2008 se han corregido al alza, del 4.9% anunciado en la edición de abril último a 5.2%”.

Pues no fue así. Ocho meses después quebraba Bear Stearns, uno de los mayores bancos de inversión de EE.UU., en lo que fue la antesala de la crisis 2008-09. Las bolsas no tardaron en caer como el hilo de la plomada. En abril de 2008, un contrariado IMF daba un giro de 180 grados en su nuevo informe: “La expansión mundial está perdiendo ímpetu frente a una grave crisis financiera. La desaceleración es especialmente aguda en las economías avanzadas y sobre todo en Estados Unidos, donde la corrección del mercado de la vivienda continúa exacerbando las tensiones financieras”.

Por consiguiente, no sucumbo a los cantos de sirena de los titulares anunciando una renacida prosperidad. La sobrevaluación de las bolsas es mayor que en 2000 y el exceso de endeudamiento global supera al que había en 2008. La próxima crisis llegará sorpresivamente como “ladrón por la noche”, valga el símil de Robert Shiller. Además, esta vez los bancos centrales cuentan con menos medios para combatirla; han agotado buena parte de su munición en las dos anteriores.