Seguro que algunos de ustedes lo han leído, y si no lo han hecho, se lo recomiendo. El protagonista es un Lápiz parlanchín que describe su árbol genealógico, y al hacerlo ilustra la complejidad de todo el proceso para llegar finalmente a producir algo tan simple como un lápiz. Es más, explica cómo para conseguir uno de calidad a bajo precio es menester congregar e involucrar, directa o indirectamente, a millones de personas de múltiples sectores de actividad en los cuatro confines del planeta. A simple vista, el lápiz se compone de un poco de madera, barniz, etiqueta, punta de grafito, algo de metal y una goma de borrar. Es obvio que una vez que el fabricante final está abastecido de estos insumos, fabricar el lápiz es coser y cantar. Pero los insumos finales y la maquinaria son meramente la primera generación de ancestros: a modo de padre y madre. De ahí para atrás están los abuelos (la infraestructura e insumos respectivos para producir y transportar cada elemento: goma, grafito, barniz, etc.), los bisabuelos, que serían los ancestros de estos… por lo que el proceso se va complicando exponencialmente.