Delirios populares y la locura de multitudes (primera parte)
Delirios populares y la locura de multitudes (primera parte)

Así se titula el libro del periodista Charles Mackay (1841).

Luis XIV de Francia reinó 72 años y gobernó 61, pues su madre fue regente cuando era niño. Al conocido como el ‘Rey Sol’ se debe la frase “el Estado soy yo” del absolutismo. Logró elevar a Francia en Europa, reducir el poder de la nobleza y extender el territorio, pero en el proceso metió a Francia es cinco guerras, tres de ellas sonadas y muy costosas: la franco-holandesa, la de los 9 años y la de la sucesión española. Guerras y gastos suntuosos –como el Palacio de Versalles– llevaron al erario público a la quiebra. La deuda ascendía a 3,000 millones de libras y el margen anual para hacerle frente, a solo tres millones.

En su lecho de muerte, hizo que llamaran a su bisnieto de cinco años y heredero al trono, Luis XV, y le dijo: “Hijo mío, vas a ser un gran rey. No imites mis gustos por construcciones y guerras. Trata de vivir en paz con tus vecinos”. Al morir, quedó como regente el duque de Orleans, hasta que el rey alcanzó la edad de coronación.

Unos años antes, había llegado a Francia un aventurero trotamundos escocés llamado John Law; jugador empedernido, banquero, especulador en bolsa, dandy, seductor, charlatán, embaucador y muy inteligente. Venía huyendo de la justicia por haber matado a un adversario en duelo. De mente brillante para las finanzas, hasta escribió un libro titulado El dinero y el comercio: una propuesta para proveer de dinero a la nación, que se puede resumir en dos planteamientos: (1) si la moneda de curso legal se limita a metales preciosos, se reducen las posibilidades de expansión del comercio y el crecimiento; (2) las acciones son una forma superior de ahorro frente a la moneda porque pagan dividendos. Sobre (1) hay que decir que Keynes retomó la idea dos siglos después en su crítica al patrón oro refiriéndose al metal como “reliquia bárbara”.

Law intima con la nobleza en las casas de juego de París y a partir de ahí se abre camino hasta el duque de Orleans, al que convence de que tiene la solución para pagar la deuda pública. Primero, hay que crear una Compañía que monopolice el comercio con Luisiana, dominio francés en América que se extendía desde la desembocadura del Mississippi hasta Indiana, la cuarta parte del EE.UU. actual; y segundo, hay que fundar una banco con la potestad para emitir dinero. La Compañía del Mississippi, que así se llamó la primera, emitiría acciones que se podían pagar con bonos de deuda y el Banque Royale compraría dichos bonos emitiendo papel moneda.
¿Les suena familiar? En la próxima, contaré lo que ocurrió después.

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