Dubrovnik, Croacia - Se ha convertido en uno de los destinos favoritos para los fanáticos de la serie 'Game of Thrones' ya que fue utilizada como uno de los principales ambientes para la serie. Debido al apogeo de turistas, Dubrovnik ha colapsado e incluso sus autoridades están viendo la posibilidad de limitar el número de turistas.
Dubrovnik, Croacia - Se ha convertido en uno de los destinos favoritos para los fanáticos de la serie 'Game of Thrones' ya que fue utilizada como uno de los principales ambientes para la serie. Debido al apogeo de turistas, Dubrovnik ha colapsado e incluso sus autoridades están viendo la posibilidad de limitar el número de turistas.

Esta última semana participé en la conferencia que, desde 1995, organiza el Banco Central de Croacia. He tenido la fortuna de participar en las veinticinco e incluso de ser el único que ha asistido a todas, me sigue el actual gobernador, Boris Vujcic, con veintitrés. En los primeros años, la conferencia versaba sobre la transición de las países exsocialistas a la economía de mercado, pero con el tiempo el contenido ha evolucionado hacia los temas macroeconómicos internacionales. El evento congrega a un centenar de funcionarios de bancos centrales, organismos internaciones y profesores de universidad. Además, Vujcic tiene por costumbre convocar a un puñado de sus pares. Este año participaron Julio Velarde, los gobernadores de Islandia, Estonia y Armenia; el año anterior los de Holanda y Bélgica.

El evento siempre tiene lugar en el hotel Argentina, situado en un acantilado desde el que se divisa la imponente muralla que rodea la ciudad. Este establecimiento, de más de cien años, lo fundó un indiano para poner a producir los ahorros que hizo en Argentina; es un vistoso hotel desde cuya playa –en realidad una plataforma de piedra entre enormes rocas a la que se llega caminando cincuenta metros por un túnel excavado en la roca– uno puede zambullirse en las aguas del Adriático y nadar contemplando la ciudad-fortaleza. El hotel es ahora propiedad del chileno Grupo Luksic, que lo adquirió en la privatización hace dos décadas, junto con una veintena de los mejores hoteles de la costa dálmata. Los Luksic son originarios de la cercada isla de Brac y parece ser, según me contaron un par de ministros a finales de los noventa, que el viejo Andrónico ayudó al naciente estado croata durante los primeros años de la independencia; de hecho, uno de los asistentes a la primera conferencia fue el exministro de Chile Hernán Buchi, que entonces asesoraba al Gobierno croata, quien me contó que su familia materna era de Dubrovnik.

Esta vez, los temas centrales han sido la oleada de populismo y la independencia del banco central. A partir de los ochenta, los estudiosos proponen que los bancos centrales sean independientes del ciclo político; la idea es alejar las decisiones de política monetaria del cortoplacismo del poder ejecutivo para así preservar la estabilidad de precios y tipo de cambio. Con los años se ha comprobado que la independencia es solo una condición necesaria; para ser suficiente se necesita que el presidente del banco –y el directorio– sea un profesional respetado local e internacionalmente –y esto no se consigue de la noche a la mañana– y que esté alejado de los conflictos de interés. En Perú y en Croacia se ha logrado ambas condiciones con Velarde (13 años en el puesto) y Vujcic (17 entre sub y gobernador).

Un buen número de los nobles de Dubrovnik eran educados en las universidades de La Sorbona y Salamanca. Sendos orígenes marcaban el pensamiento político de las élites hasta el punto de que, según la crónica, se hablaba de dos grupos en la asamblea de nobles: los sorbonesi, de tendencia liberal, y los salamancasi, de corte conservador. Apuesto a que si la conferencia hubiera tenido lugar hace 300 años, el Vujcic habría sido sorbonesi y el Velarde, salamancasi.

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