CAÓTICO TRÁNSITO. En 90 días se aprobarán lineamientos para regular el transporte urbano (GEC).
CAÓTICO TRÁNSITO. En 90 días se aprobarán lineamientos para regular el transporte urbano (GEC).

Estoy en una ciudad, fuera del país, donde la gente usa la calle para pasarla bien. No importa cuál ciudad, pues son muchas así. Gente que toma sol en los parques. Desconocidos que conversan un ratito mientras visitan tiendas de artesanía local. Casas sin rejas, con las cortinas abiertas. Artistas que pintan los muros para alegría de todos. Bicicletas. Patines. Ferias barriales. Amigos que hacen parrilla en el jardín delantero de su casa y reciben a sus vecinos. Choferes bien conscientes de que los peatones van primero siempre. El transporte público como derecho fundamental de todos para una vida mejor en la urbe.

Mi amigo me pregunta por qué no somos así en Lima. Conversamos mientras un grupo de músicos se ha ubicado a media calle y los curiosos se acercan a disfrutar el momento, llenando un tarro de billetes y monedas, sin roche. Entonces pensamos en nuestras costumbres y limitaciones. Andamos tan a la defensiva que nuestros hogares están amurallados. La calle es de nadie y solo sirve para el tránsito de un lugar a otro. No es un espacio grande ni compartido. Es agresivo y feo. No lo vemos como un paisaje urbano del que somos parte. Encima, tampoco queremos que nadie lo use. Por eso le ponen barro o grasa a las bancas de los parques, para evitar a los extraños (no solo a los choros). Y rejas a la cuadra. Pero la desolación es más insegura. Lo que no sabemos es que mientras más gente y más iluminación y actividades haya en la calles, más seguros estamos todos.

Nos da vergüenza bailar y cantar en los conciertos a menos que estemos borrachos. Apenas saludamos a los vecinos. No nos imaginamos haciendo pícnic en el parque de la vuelta. Odiamos que se estacionen frente a nuestra casa. Contratamos vigilantes en el barrio sin pensar dónde harán “sus necesidades”. Ay, el tráfico. Somos antisociales, por eso vivimos tan inseguros y estresados.

La gran mejora de nuestra ciudad, de nuestra calidad de vida, vendrá con una revolución cultural. Un cambio de mentalidad colectiva. Nuevas costumbres de vivir. Un zanjón extendido no soluciona nada si seguimos conduciendo así. Un parque renovado donde está prohibido pisar el césped es una vitrina vacía. Etcétera. Esa es, pues, la gran tarea municipal que lo cambiaría todo. O casi todo.

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