Afirmación contundente e inaudita, viniendo del paladín de la Escuela de Chicago, defensora a ultranza del libre mercado y, en general, contraria a las políticas anticíclicas, sobre todo las llamadas keynesianas consistentes en el activismo del gasto público para combatir la recesión. Para muchos fue una especie de armisticio entre monetaristas y keynesianos. En su segundo mensaje, Lucas exhortaba a los gobiernos a que no insistan en mejorar las políticas anticíclicas –lo que sabemos es ya suficiente–, además los beneficios incrementales son de menor orden de magnitud; en su lugar, les sugiere que concentren sus esfuerzos en políticas de oferta (supply-side), como la eliminación de distorsiones (de todo tipo, no solo tributarias) y la formación de capital humano, porque de ahí sí que se puede sacar rédito considerable.