agrobanco
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Fue el francés Frédéric Bastiat quien definió al Estado como “la gran ficción en que todos tratan de vivir a costa de todos los demás”. Sin duda, una exageración cuando nos referimos a países avanzados donde hay contrapesos institucionales que funcionan, pero una verdad como la copa de un pino en los subdesarrollados. A nadie le gusta pagar impuestos –si fueran voluntarios, pocos pagarían–. Sin embargo, en los primeros países, el contribuyente tiene, al menos, el consuelo de que con sus impuestos paga servicios de justicia, seguridad, salud y educación de razonable calidad, mientras que en los segundos lo normal es que lo que te sacan del bolsillo vaya a financiar burocracias, corruptelas y estafas.

Como argumenté en “”, las malas ideas en economía son como las cucarachas: tiras de la cadena y desaparecen momentáneamente, pero siempre regresan. En los países en desarrollo, una de esas malas ideas es la banca de fomento, es decir, los bancos públicos para atender a ciudadanos supuestamente desatendidos por los bancos. La idea, noble en principio, casi siempre acaba en robo.
En el Perú en 1992, hubo que liquidar los bancos de fomento: Agrario, Minero, Industrial, Hipotecario y de Vivienda. En el informe del Banco Mundial que dirigí en 1989 sobre el Perú, calculé que, durante la hiperinflación, el financiamiento del BCR a los bancos de fomento representó la mitad de la expansión monetaria. También en 1992 se limitó la actividad de Cofide a operaciones de “segundo piso”. Pero –¡cómo no!– pronto bajó al primero: cuando estalló el caso Lava Jato, supimos que Odebrecht debía a Cofide US$250 millones.

Te estafan y, además, el Estado les financia la estafa con fondos públicos.En 2001, Toledo revivió el Agrario bajo el nombre de Agrobanco con la sempiterna argumentación de que los pequeños no tenían acceso al crédito. Resultados: la mitad del dinero fue a parar a los grandes productores; dos tercios de la cartera en mora o con alto riesgo; 400 operaciones fraudulentas solo entre 2013 y 2016; decenas de ex directores, ejecutivos y funcionarios con denuncia penal.

Agrobanco se reventó su patrimonio varias veces y, en lugar de liquidarlo, los sucesivos gobiernos le dieron más dinero. Esta vez, el Gobierno opta por crear el Fondo Mi Agro como institución de segundo piso para financiar a los pequeños a través de los bancos. Ya verán cómo pronto a alguien se le ocurre la “original” idea de bajarlo al primero y prestar también a los grandes.

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