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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

El caso del aún prófugo Belaunde Lossio y las marchas de protesta de los jóvenes han llenado las páginas políticas de diciembre y han ocasionado que pase desapercibida una noticia preocupante. El 18 de diciembre el presidente Humala clausuró el año académico de la Escuela Militar en la que se graduó la promoción de oficiales del Ejército General de División Juan Velasco Alvarado. El presidente estuvo acompañado del ministro de Defensa, Pedro Cateriano.

¿Una promoción militar en democracia puede tomar el nombre de un militar que encabezó un golpe de Estado contra un presidente elegido por el pueblo? Durante su dictadura, como ocurrió luego con la de Fujimori, se hicieron algunas cosas bien y muchas mal. Uno le gustaba más a la izquierda y el otro a la derecha, pero ambas cosas son irrelevantes para los fines de esta reflexión.

Lo importante es que el general de división en cuestión era un dictador, violó la Constitución, metió presa y deportó a mucha gente por sus ideas políticas. ¿Cabe que los militares de hoy tengan como referente a ese personaje? Es verdad que Humala no ha ocultado su simpatía por Velasco, pero también dice ser un demócrata. (¿A nuestro liberal ministro de Defensa no le perturba esta situación?) Es que no es poca cosa que una promoción militar decida ponerse ese nombre, ya que el mensaje subyacente es que para ellos se trata de un referente común y motivo de admiración. ¿Es eso lo que queremos para el futuro? ¿Esos son los valores que reivindica un militar peruano en el siglo XXI?

Como digo, importa un comino que sea de izquierda o de derecha, podrían haberle puesto General Manuel A. Odría y el problema sería idéntico. De seguir por este camino, algún día tendremos a la promoción Nicolás Hermoza Ríos y, más adelante, la de Capitán Vladimiro Montesinos? Total, ellos reivindican haber acabado con el terrorismo en el Perú. (¿Cabría en Chile la promoción General Augusto Pinochet?)

Los cursos de Educación Cívica no sirven para fortalecer la democracia y sus instituciones (¡que vaya que lo necesitan!), si desde el poder se manda un mensaje como este. Esto se suma a que, para el presidente y mucha gente del Gobierno (y fuera de él), sea irrelevante que el ministro del Interior (el encargado de hacer cumplir la ley) esté inmerso en un proceso penal por homicidio por la muerte del periodista Bustíos. La democracia se construye con la docencia del ejemplo. Los casos que menciono no hacen sino vaciarla de contenido. No vaya a ser que estemos sembrando vientos que nos regresen luego (¡y de nuevo!) como tempestades.