(Foto: GEC)
(Foto: GEC)

El inminente inicio de la temporada playera en Lima –no son pocos los adelantados que ya desde los primeros asomos de sol en la capital se han lanzado a la Costa Verde– se está volviendo un quebradero de cabeza para las autoridades.

La experiencia del actual repunte del COVID-19 en Europa, debido principalmente a los excesos del verano, que convirtieron a las playas más frecuentadas del continente en expansivos focos infecciosos, ha hecho que burgomaestres de algunos balnearios y de distritos capitalinos con salida al mar estén proponiendo medidas extremas e inviables, que van desde severas restricciones al acceso de quienes no son vecinos del lugar (Punta Hermosa y aledaños) hasta cierres totales del circuito (Chorrillos, Barranco, Miraflores, La Punta).

De momento, tanto la Municipalidad de Lima Metropolitana como el Gobierno han manifestado su oposición a este tipo de disposiciones y se encuentran trabajando en un paquete de protocolos específicos para evitar que los limeños se queden sin ir a sus playas este verano, pero cuidando a la vez que ello no derive en el rebrote tan temido.

Todo indica que el control del aforo y la distancia social será, como es lógico, la columna vertebral de este conjunto de medidas que, otra vez, tendría que llegar con la implementación, in situ, de campañas informativas sobre el coronavirus y las precauciones indispensables que los bañistas deberán observar rigurosamente, si no se quiere que el consabido mix de arena, sol y mar termine en otro hervidero de contagios, como fueron los mercados hace unos meses.

En ese sentido, Perú21 propone, por ejemplo, que en las excursiones playeras no se permita llevar refrigerio alguno, lo cual definitivamente acortaría el tiempo que las personas o familias permanezcan ahí, al menos en la Costa Verde. Eso contribuiría con el control del aforo y evitaría una exposición prolongada a posibles contagios.

Cuidados y controles básicos como estos, bajo permanente supervisión de las fuerzas del orden, permitirían minimizar razonablemente los riesgos de los veraneantes esta temporada, pues, aunque los alcaldes distritales piensen lo contrario, a nadie se le puede prohibir ir a la playa.

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