Los pilotos, tanto en el aire como en la tierra, siguen instrucciones de los controladores aéreos, desde la altitud a la que deben volar hasta en qué puerta deben estacionar el avión. Sin embargo, cuando se tiene a controladores con fatiga, que duermen en horario laboral mientras miles de vidas dependen de ellos en el aire, el riesgo de una tragedia con centenares de muertes es cada vez mayor.