Leonor de Borbón. (Reuters)
Leonor de Borbón. (Reuters)

Leonor de Borbón, hija de rey y bisnieta de taxista, en su primer acto público como infanta de España leyó con voz clara el primer artículo de la Constitución. No ha sido casual que inaugure su vida oficial leyendo dicho precepto. La Constitución española está a punto de cumplir 40 años. Gracias a sus mandatos, España se ha situado entre los países más prósperos del orbe; donde el principio de separación de poderes “reina” sin tacha, y donde el respeto a los derechos fundamentales no es una simple fórmula retórica.

El artículo leído por Leonor no deja dudas al afirmar que España se constituye en un Estado social y democrático de derecho, que la soberanía nacional reside en el pueblo español y que la Monarquía parlamentaria es la forma política del Estado.

Pese a la claridad del precepto, la Monarquía vive horas difíciles. Se suceden por Cataluña y el resto de España las declaraciones de rechazo a la Monarquía. No se perdona, en sectores independentistas, que Felipe VI dirigiera al país un discurso nada imparcial. Estamos viviendo momentos muy graves para nuestra vida democrática, dijo.

Dirigió el dedo apuntador hacia las autoridades que, en un ejercicio absurdo, declararon unilateralmente la independencia de Cataluña. Esas autoridades –añadió el rey sin ambages– han menospreciado los afectos y los sentimientos de solidaridad que han unido y unirán al conjunto de los españoles.

El servilismo, a la orden del día cuando anda en afanes “regios”, afirmará que de la lectura comedida de un precepto tenemos el anuncio de un futura gran reina. ¡No caigamos en exageraciones! Sobre todo cuando lo que se cuestiona, bajo el clima político que se vive en España, es si la Monarquía tiene futuro. Por ello, quizás “la princesa está triste”.

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