Presidente de lujo. (Andina)
Presidente de lujo. (Andina)

Fueron 17 meses de dejarse golpear, de poner la otra mejilla, de sonreírle al matón, de poner cara de cojudo y hacer como que el escupitajo en el ojo no era personal.

PPK solo es dado a arrimarse y a huir de la confrontación. Solo cuando lo tuvieron del pescuezo por la vacancia hizo algo diferente. Hoy, luego de indultar a Fujimori de la peor manera posible, ha terminado de presentarse a sí mismo ante una importante parte del país como un genuflexo, un timorato y un traidor; y a su falta de pantalones añadió el desprecio por las víctimas de Fujimori, a quienes ni siquiera se dignó a recibir. De eso también se corrió.

No tiene ningún problema en mentir si es lo que toca o conviene. Ser sinuoso es un activo. Como la mayoría de los políticos, PPK no tiene principios, sino intereses, pero, a diferencia de los políticos profesionales que buscarán votos en la próxima elección, sin arraigo ideológico alguno y al final de su vida, PPK no necesita ser coherente. Ni siquiera necesita fingirlo. Lástima verlo tan tarde.

Y así se va quedando solo y acorralado por quienes votaron por él para que su contrincante no hiciera lo que él acaba de hacer y por quienes lo salvaron de la vacancia el jueves 21. ¿Hacia dónde correrá? ¿Quiénes podrían recibirlo agradecidos?

A PPK le queda mucho que explicar con respecto a la relación que mantenía con sus empresas mientras estas hacían negocios con Odebrecht y él era ministro. Y con los testimonios de Odebrecht y Barata amenazando también a Keiko, ¿se convertirá PPK en el presidente-topo del fujimorismo reunificado alrededor de un indulto y tendrá –al fin– mayoría en el Congreso?

La cobardía también es una manera de ser pragmático.